Entendiendo el I-Ching

I-ching

En la historia de la adivinación, así como el horoscopo, el tarot o la quiromancia, ocupa un lugar importante el I-Ching o el libro de la metamorfosis. Este sistema, a la vez antiguo y moderno, primitivo y sofisticado, se ha utilizado en China durante miles de años y se ha granjeado notable favor en el mundo occidental en nuestro sitio. La técnica básica del I-Ching es el echar las varillas, y tiene mucho en común con otros métodos adivinatorios, pero mediante esos palillos el adivino va a manejar una serie de complejos principios filosóficos.

Mientras que la historia del I-Ching es un tanto mal conocida, el libro de las metamorfosis que lo resume ha sido atribuido al emperador chino Fu Hsi quien fuera un personaje legendario. Dicha relación permite tratar esta forma de adivinación en el tercer milenio a. C. El libro de la metamorfosis fue simplificado aproximadamente en el año 1100 a. C.en el siglo V a. C. fue interpretado por Confucio, de quien se dice que utilizo este sistema toda su vida. A Confucio se le atribuye el dicho de que el libro tiene tantas capas como la misma tierra, juicio con el que estarán de acuerdo muchos estudiosos contemporáneos del sistema.

El psicólogo y filósofo Carl G. Jung confesó su interés por esta técnica del oráculo y método de exploración del subconsciente y su relación con el concepto de sincronizar. Decía que el uso del I ching parte de que la coincidencia espacio temporal de acontecimientos, supone algo más que mera casualidad. El libro de la metamorfosis puede ser consultado de diversos modos. En el método clásico se utilizan 50 varillas hechas de tallos de milenrama, que se dividen en montones al azar y después se cuentan. Los números resultantes de los repetidos conteos revelan qué hexagramas o figura de seis líneas paralelas hay que consultar en el libro. Cada uno de los 64 hexagramas se refiere a una o más sentencias enigmáticas de las que se puede conjeturar un mensaje y advertencia. Tradicionalmente, el I Ching se usa de un modo que hace pensar y fomenta el examen de conciencia. También puede utilizarse para provocar un estado de conciencia semejante a la meditación. Un equivalente del I-Ching , difundido en occidente, es la Baraja llamada tarot. Aunque sus cartas ostentan algunos de los símbolos familiares en los naipes modernos, poseen algo especial: un halo arcaico capaz de inspirar temor. Los dibujos medievales del tarot parecen a veces deliberadamente espantosos como la muerte, el diablo o el colgado. Aunque los hay más atractivos, como los enamorados, el mago, el carro, la justicia, la rueda de la fortuna, el sol, y las estrellas. La baraja española, con sus coros, copas, espadas y bastos, ha conservado algunos de los primitivos dibujos del tarot, dosificados con el tiempo en los diamantes, corazones, picas y te burles de otros naipes. De modo que, así como el antecedente más probable de los datos modernos son los cubos del adivino, las cartas modernas refleja la existencia de símbolos más antiguos de predicción. Según la tradición ocultista, el tarot puede ser originario de Egipto, o haber sido sus cartas dibujadas por los cabalistas norteafricanos en el año 1200 de nuestra era. También es posible que ocultistas italianos, tal vez venecianos, superpusieran su interpretación de antiguos símbolos en tarjetas que pudieron ser utilizadas en relación con la alquimia o para fines más mundanos, que nadie conoce con certeza.

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