Curiosidades de la Biblia que no conocías

¿Conocías estas sorprendentes curiosidades de la Biblia?

En la Biblia se ocultan cientos de historias, muchas de las cuales todos conocemos. Sin embargo, también existen normas y mandatos, algunos de ellos verdaderamente llamativos. En este artículo indagaremos sobre algunas de estas normas e intentaremos conocer de dónde provienen y por qué aparecen en el libro más vendido de todos los tiempos. Son múltiples curiosidades de la Biblia que seguro que no conocías y que tal vez te resulten sorprendentes.

Curiosidades de la Biblia: La guerra

Los árboles

Empecemos con una norma sorprendente que no esperaríamos encontrar en un manual de combate. Así, en una de las leyes del Deuteronomio para la guerra se ordena a Israel no talar árboles frutales. Es una ley un tanto extraña, pero, ¿cuál es su significado? ¿Por qué entre toda la devastación que la guerra lleva a un territorio, le preocupaba tanto a Dios la conservación de los árboles? Una pista para resolver este enigma podría encontrarse en la propia experiencia de Jerusalén cuando fue asediada en el año 701 por el rey asirio Senaquerib, quien probablemente destruyó todos los árboles que rodeaban la ciudad.

Los asirios, grandes enemigos de Israel, talaron los árboles de Jerusalén para hacer escaleras y armas, pero tenían otras razones. El objetivo era que a los habitantes de la ciudad les fuera imposible alimentarse, que se murieran de hambre y que salieran de su refugio implorando pierdad. La destrucción de sus frutales habría sido un desastre que los israelitas no olvidaron fácilmente. Dado que vivían en un clima desértico, a menudo era difícil cultivar y mantener la vegetación. Pero, ¿por qué los israelitas recibieron las instrucciones de Dios de no hacer lo mismo con sus enemigos? ¿Puede ser esta ley uno de los primeros ejemplos de lo que se denomina “conservacionismo”? La siguiente norma es sin duda un ejemplo de las muchas curiosidades de la Biblia.

Si, al atacar una ciudad, tienes que sitiarla por mucho tiempo para tomarla, no destruirás los árboles frutales que estén alrededor ni les meterás el hacha, ya que deben ser tu alimento. No los cortarás, pues, ¿son acaso hombres los árboles del campo para que los trates como a sitiados? Deuteronomio 20:19.

Aunque esta norma parece compasiva, en el fondo también subyace un egoísmo práctico. Los frutales son muy valiosos, un olivo tarda varios años en dar aceitunas, no es algo que puedas plantar en cualquier momento. Esta norma de la Biblia sugiere una consideración respetuosa de la tierra en tiempos de guerra, pero la siguiente exige totalmente lo contrario.

Los genocidios

En cambio, no dejarás a nadie con vida en las ciudades que Yavé te da en herencia. Deuteronomio 20:16

Esto puede hacer referencia a que hay tierras concretas que Dios quería para su pueblo. Los israelitas no sólo tenían que invadirlas, sino también destruir todo ser vivo que encontrasen a su paso. Los pueblos antiguos no eran ajenos a la devastación causada por los conflictos encarnizados. La guerra era una compañera constante. Todo el mundo era soldado a todas horas, estaban siempre listos para entrar en combate en un lugar o en otro. No hablamos de naciones bien formadas, hablamos de sociedades tribales que siempre están en plena disputa sobre a quién pertenece la tierra y que ansían la supremacía. La gente estaba constantemente conquistando o defendiéndose, la guerra y la violencia formaban parte de la realidad cotidiana de los pueblos del mundo antiguo.

Pero el nivel de destrucción que promueve esta norma es inusual. Para descifrar este código bíblico debemos retroceder hasta la historia del éxodo. Moisés había guiado a los israelitas tras su salida de Egipto a través del desierto hasta el monte Sinaí, el lugar en el que habían puesto sus miras. Era una tierra llamada Canaán, pero los cananeos no compartían la fe de los israelitas. Por tanto, el Dios hebreo ordena a sus seguidores castigar a los cananeos por sus creencias paganas. Tal vez por esa razón esta norma de la Biblia exige un nivel de destrucción muy concreto. Los soldados israelitas libran una guerra santa y no deben dar tregua al enemigo.

Pero, ¿qué pasaba cuando no se aniquilaba a todos los seres vivos? Como descubriría el rey Saúl, el castigo era severo. Tras ganar una batalla intentó respetar la vida de unos animales, pero el representante de Dios, el profeta Samuel, lo descubrió y le preguntó lo siguiente: “¿qué es ese balido de ovejas y mugido de bueyes que oigo?”. Y Saúl le respondió: “hemos guardado los mejores animales para sacrificarlos al Señor”. La consecuencia fue que perdió su reino, ya que Dios le destronó porque no había llevado a cabo un genocidio ritual.

Los prisioneros de guerra

Encontramos también otra norma que versa sobre aspectos más prácticos del combate, en concreto qué hacer con el botín. Pero no hablamos de bienes materiales, sino de cómo tratar a un prisionero de guerra.

Cuando vayas a la guerra contra tus enemigos, y Yavé, tu Dios, te los entregue, verás tal vez entre las cautivas a una mujer hermosa, te enamoras de ella y querrás hacerla tu esposa. Entonces la llevarás a tu casa, donde se rapará la cabeza y se cortará las uñas. Dejará el vestido que llevaba cuando fue tomada, y quedará en tu casa durante un mes, haciendo duelo por su padre y su madre. Después te juntarás con ella y tú serás su marido y ella tu esposa. Deuteronomio 21:10-13.

Con una población mermada por la guerra, las mujeres en edad de concebir eran un bien muy valioso, de modo que esta norma de instrucciones sobre cómo tratar semejante premio. Sin embargo, hay más de lo que se ve a simple vista. Así, se hace referencia a que la mujer ha de raparse la cabeza. ¿El motivo? Muy sencillo, para identificarla como extranjera. Recordemos que las sociedades eran mucho más pequeñas y estaban más unidas, y a medida que fuese creciendo el pelo de la mujer la irían aceptando. Aquí surge otra duda: ¿por qué esperar un mes? El filósofo griego Filón de Alejandría consideraba que esta regla demostraba claramente la superioridad moral de la Biblia. Así, este último argumentaba que la familia de la mujer había sido exterminada en la guerra, había perdido su ciudad y, si estaba casada, se había quedado sin marido, hijos y seguramente padres. Filón creía que esperar 30 días era un gesto excepcional de compasión y de benevolencia.

Pero la norma tal vez tenía tener un propósito mucho más práctico. Es una prueba de paternidad a la antigua usanza. Lo más importante era esperar un mes para poder declararla su esposa para asegurarse de que no estaba embarazada, de que no llevaba en su vientre al hijo de otro hombre (especialmente si había sido arrebatada de un campamento enemigo, porque nadie quería llevar a su propio campamento al hijo de un enemigo).

Protección de la mujer

Es evidente que, en el mundo antiguo, el valor de la mujer era inferior al del hombre. Por ejemplo, un hombre podía divorciarse de su mujer simplemente escribiéndole una nota o sacando sus cosas de la tienda, y así se formalizaba el divorcio. Pero, a veces, la Biblia defiende una mejor relación ente ambos sexos.

Si el hombre es culpable, los jueces lo tomarán preso y lo azotarán. Lo multarán además en cien monedas de plata, que entregarán al padre de la joven, por haber difamado a una virgen de Israel. El marido tendrá que tomarla como esposa y no podrá repudiarla en toda su vida. Deuteronomio 22: 18-20.

Esta norma establece que cualquier hombre que quisiera divorciarse diciendo que su mujer no era virgen cuando se casaron, será castigado si se descubre que miente y no podrá divorciarse de ella durante el resto de su vida. Ahora nos parece razonable, pero en el mundo antiguo conceder a una mujer esta mínima muestra de justicia era inaudito. Esta norma era bastante avanzada para la época y hace que nos demos cuenta de que en el mundo antiguo estaban empezando un viaje, un viaje que con el tiempo llevaría a la igualdad de la mujer.

Las ciudades refugio

Las normas de la Biblia han servido como portal no solo para revelar la brutalidad y violencia del mundo antiguo, sino también un lado más moderado y humanitario del pasado que compartimos. La siguiente norma nos muestra cómo hace más de 2.000 años empezaba a cobrar forma lo que podríamos denominar como un sistema judicial.

Reservarás tres ciudades del país que Yavé, tu Dios, te da. Tendrás libre y franco el camino de acceso a ellas y dividirás en tres partes el territorio que Yavé, tu Dios, te da en posesión: esto para que todo el que haya dado muerte a un hombre pueda refugiarse en esas ciudades. Deuteronomio 19:02-03.

A primera vista esta norma no parece tener sentido. ¿Por qué iba a permitir la Biblia que alguien cometiese un asesinato con total impunidad? Para averiguarlo viajemos a las ciudades antiguas, llamadas ciudades refugio. Las ciudades refugio en la Biblia describen lugares en los que podía ir una persona si mataba accidentalmente a otra. Pero, ¿por qué los asesinos accidentales podían tener sus propias ciudades? Si se había cometido un homicidio involuntario, la persona que había matado a otra corría el riesgo de que los parientes del fallecido fueran a por él. Por eso se crearon las ciudades refugio.

No obstante, este exilio forzado era más bien un castigo. Cuando el homicida llegaba a una ciudad refugio estaba a salvo de quienes buscaban venganza, pero no podía abandonar la ciudad. Por tanto, se podría considerar como una cadena perpetua. Al final, la ciudad refugio se convierte en realidad en una prisión, aunque se le permitía marcharse si el sumo sacerdote de la ciudad moría. Era una liberación general, una expiación del pecado cometido.

Los carros de batalla

Fijémonos ahora en la relevancia de los instrumentos de guerra en pleno campo de batalla.

Cuando vayas a la guerra contra tus enemigos y veas caballos, carros y un ejército más numeroso que el tuyo, no les tengas miedo, porque está contigo Yavé, tu Dios, aquel que te sacó de Egipto. Deuteronomio 20:01.

En este pasje se menciona de forma específica un elemento clave de las guerras antigua: los carros. Conviene tener en cuenta que éstos evolucionaron con el paso del tiempo (los carros biplazas o incluso los que permitían que los manejaran hasta tres personas). En definitiva, los carros de combate se rediseñaban y mejoraban constantemente para conseguir el equilibrio perfecto de resistencia, velocidad y estabilidad. La aparición de los carros inclinó la balanza en el campo de batalla y, como podemos imaginar, cuando se produce un arma nueva cambia por completo el arte de la guerra, de modo que, quien poseyese armas nuevas, probablemente se llevaría el gato al agua.

Curiosidades de la Biblia

Curiosidades de la Biblia: Guerras

El primer rey israelita que utilizó carros en el campo de batalla fue Salomón. Para subrayar lo vital que era esta máquina para la guerra, un grupo de ciudades en las que este último libró sus batallas más sangrientas fueron conocidas como las Ciudades de los Carros. Eran ciudades diseminadas por tierras de Israel que constituían enclaves vitales del territorio y que servían para protegerlo de invasiones. Si tomamos un mapa de esas doce ciudades de los carros y lo superponemos sobre el Israel actual, veremos que la mayoría de las posiciones defensivas del ejército israelí actual se encuentran exactamente en el mismo lugar.

Pero los carros no eran el único medio de infundir temor en el enemigo, un soldado antiguo tenía todo un arsenal de armas a su disposición. Al tratarse la guerra de un combate cuerpo a cuerpo, las armas se diseñaban para tener una efectividad brutal en las distancias cortas. La más habitual era la maza. Era una piedra redonda unida con tiras de cuero a un palo y se utilizaba para machacar cabezas. Sin embargo, en el 2500 a.C. se inventó el casco, una protección que hacía inútil el esfuerzo de las mazas.

No mucho después surgió un arma nueva que cambió el combate: la llamada hacha penetrante. Ésta era una hacha pequeña de unos 60 centímetros cuya cabeza no sólo era en punta, sino que se hacía en una sola pieza para que encajara en una ranura, de modo que podía unirse con dos remaches al mango del hacha. A partir de ese momento se podía generar una gran fuerza con un único brazo, y ello debido al estrechamiento del borde del hacha para perforar tanto cascos como armaduras.

Esto ocurrió durante un período generalizado de proliferación de las armas en el mundo antiguo y que tuvo un efecto duradero. Las armas que se desarrollaron entre, aproximadamente, el año 3.200 a.C. y el 1.800 a.C. en Sumeria se propagó gradualmente a Oriente Medio y continuaron siendo las armas básicas de todos los ejércitos durante al menos 2.000 años.

Por otro lado, en la última frase de este precepto de la Biblia se hace referencia a que el guerrero no debe tener miedo, puesto que Dios está con él aunque luche en minoría. La idea es que la victoria es voluntad de Dios y que nada podrá cambiar el desenlace. En un relato del Libro de los Jueces, Dios está tan convencido de que va a ganar que reduce el tamaño del ejército de su general, Gedeón, antes de entrar en combate. Dios le dice que tiene demasiadas tropas, que se deshaga de algunas, y Gedeón les dice a algunos hombres que se marchen a casa. Dios sigue diciendo que hay demasiadas tropas, por lo que Gedeón ordena marcharse a más hombres y Dios le repite que no, que sigue habiendo demasiados. Y Dios tenía una curiosa manera de seleccionar a quienes lucharían por Él. “Quiero que les pidas a tus hombres que beban de ese arroyo, a los que recojan el agua con las manos como la gente normal les dirás que regresen a casa, a los que se inclinen y beban directamente como los perros les permitirás que luchen contigo”.

Por otro lado, en todas las épocas la guerra ha pasado una enorme factura, incluso mucho después de terminada la batalla. Tal vez esta norma de la Biblia esté pensada para ayudar a los soldados que se enfrentan a las horripilantes experiencias del combate. En tiempo de guerra era como un apoyo psicológico para el pueblo, incluso para quienes participaban en aquellos terroríficos encuentros. El apoyo moral ayudó a crear una comunidad fraternal entre los soldados. Vivían juntos, luchaban juntos y morían juntos. Esta solidaridad podría haber proporcionado una red de apoyo crucial a un guerrero de la antigüedad. Investigaciones recientes indican que ya entonces los soldados sufrían estrés postraumático. Podían volver a casa heridos moralmente, podían volver heridos físicamente, podían volver con cicatrices que les durarían toda la vida… Hay evidencias que sugieren incluso que el guerrero más famoso del mundo antiguo, Alejandro Magno, también sufrió estrés postraumático. Tras 13 años en la guerra mostraba prácticamente todos los síntomas de estrés postraumático que hoy sabemos que están relacionados con ese síndrome. Ira explosiva, violencia, crueldad, alcoholismo, depresión y al menos dos tentativas de suicidio.

El sumo sacerdote

En la Biblia también se hace referencia al papel que jugaba el sumo sacerdote en la guerra. Comprobémoslo.

Cuando se acerque la hora del combate, se adelantará el sacerdote y dirigirá estas palabras al pueblo. “Escucha, Israel, estás para enfrentar a tus enemigos; que no desmaye tu corazón, no tengas miedo ni te turbes, ni tiembles delante de ellos, porque Yavé, tu Dios, está contigo. El peleará en favor tuyo contra tus enemigos y te salvará”. Deuteronomio 20:2-4.

En Egipto, en la antigua Sumeria, en Mesopotamia y, desde luego, en Israel, hasta los tiempos de Alejandro Magno los sacerdotes acompañaban al ejército para de esta manera bendecir al ejército. Este ritual consistía en tomar a una perra, abrirla en dos y poner sus patas a ambos lados de la calzada. Las tropas marchaban entre ellas para así purificarse antes de entrar en combate. Respecto a Roma, el sacerdote era el que autorizaba el combate (se seguía la doctrina de la guerra justa). A la hora de atacar al enemigo, debías contar con la aprobación de los denominados feciales (“fetiales” en latín). Éstos tenían una manera particular de dar inicio a los combates. Cuando decidían que la guerra era legítima y estaba aprobada por los dioses, lanzaban una lanza al territorio enemigo que estaban a punto de invadir.

De hecho, hay una historia legendaria de la antigua Roma que encarna lo poderosa que puede ser la influencia de Dios en una guerra. Retrocedamos al año 312., a orillas del Río Tibet. Los emperadores romanos Constantino y Majencio aspiran a la supremacía y están a punto de enfrentarse en combate. La víspera de la batalla, Constantino tiene una visión que, con el tiempo, alterará el curso de la Historia. Según parece, en el puente Milvio vio en el cielo una cruz en llamas en la que se leía «In hoc signo vinces» (“bajo este signo vencerás”). Según la leyenda, la imagen impresionó tanto a Constantino que, tras ganar la batalla, juró inmediata fidelidad al Dios cristiano y el imperio romano comenzó su lenta conversión a esta fe.

Volviendo a lo que dice la Biblia del sumo sacerdote, cabe señalar que indica que el Dios hebreo está entre los soldados, es un compañero de armas que, en cierto sentido, lucha a su lado contra el enemigo.

Las poluciones nocturnas

Entre las curiosidades de la Biblia con respecto a la guerra, destaca una que prohíbe algo que ni siquiera podemos controlar y que puede que nos avergüence un poco reconocer.

Si hay entre los tuyos un hombre que no esté puro por causa de una polución nocturna, saldrá fuera del campamento y no volverá a entrar. Deuteronomio 23:11.

¿Por qué le iba a importar a Dios que un soldado tuviese un sueño húmedo? Como ya hemos descubierto, cuando lucha en una guerra en nombre de Dios, un soldado debe cumplir unos estándares espirituales. Los guerreros israelitas deben encontrarse en un estado de pureza ritual cuando se dirigen al combate, deben estar limpios, como se presentarían para orar en el templo o ante el tabernáculo. Entonces, ¿qué debe hacer un soldado al que le ocurra algo tan embarazoso en plena noche? Tiene que lavarse y tiene que cambiarse de ropa para volver a estar puro, la impureza que contraen al entrar en contacto con poluciones o sustancias sexuales no es pecaminosa, no es inmoral, simplemente los incapacita para abrazar lo sagrado. Teniendo en cuenta lo anterior, es evidente que tampoco podían mantener relaciones sexuales antes del combate.

Las letrinas

Siguiendo con otras curiosidades de la Biblia relacionadas con los comportamientos de los soldados durante la guerra, cabe mencionar una norma que ofrece una serie de guías prácticas para ayudar a los antiguos israelitas a ganar guerras. Desde luego, llama la atención.

Habrá un lugar afuera del campamento para satisfacer las necesidades naturales. Llevarás una estaquita al cinturón, con la cual harás un hoyo antes de ponerte en cuclillas, y luego taparás el excremento con la tierra sacada. Deuteronomio 23:13-14.

Resulta curioso encontrar una regla como esta en la Biblia, pero en realidad se trata de una táctica militar sin precedentes y muy valiosa. Las enfermedades representan una causa de bajas mucho más probable que el fuego enemigo. Los israelitas son el primer ejemplo conocido de la historia de higiene en el campamento, es decir, defecaban y orinaban fuera del campamento, e incluso cubrían los restos con una pala especial. Esta sencilla norma habría ayudado al ejercito israelita a evitar problemas de salud y a salvar muchas vidas.

Sorprendentemente esta regla sería abandonada posteriormente como táctica militar con consecuencias terribles. Al comienzo de la Edad Media cualquier intento de higiene en el campo de batalla había desaparecido completamente y la consecuencia fue que los ejércitos de la Edad Media hasta la Guerra Civil de los Estados Unidos resultaron diezmados por las enfermedades, por cosas tan simples como que los soldados orinasen en un arroyo del que se tomaba agua para beber o que defecasen cerca de los comedores. Todo tipo de detalles bastante obvios que ejércitos de la antigüedad parece que se esmeraban en evitar.

Los enterramientos

La guerra pasaba una factura enorme, pues podía reducir la población de una ciudad drásticamente (incluso del 10%). Cifras elevadísimas de muertos, miles de cadáveres putrefactos… ¿Cómo se enfrentaban los antiguos a algo así? A la hora de deshacerse de los cadáveres, la Biblia también tiene algo que decir.

Si un hombre, culpable de algún delito que merece la muerte, ha sido ajusticiado y colgado de un árbol, su cuerpo no pasará la noche colgado, sino que lo enterrarás el mismo día, porque un colgado es maldición de Dios. Así no harás impura la tierra que Yavé, tu Dios, te da por herencia. Deuteronomio 21:22-23.

Esto significa que, si ejecutas a un criminal colgándolo de un árbol, debes bajar el cadáver inmediatamente y enterrarlo. Sin embargo, en la antigua Roma hacían las cosas de una manera muy diferente. El cuerpo se dejaba colgando mucho tiempo porque todo el espantoso proceso de la descomposición se convertía en un mensaje de autoridad. El código ético que emerge de las normas de la Biblia tiene como objetivo convertir a los nuevos creyentes hebreos en algo muy diferente de sus vecinos. En esta orden se palpa cierta intención de no regodearse excesivamente en los detalles morbosos. La muerte es el elemento más impuro del código bíblico israelita, de hecho, la mayor forma de impureza es un cadáver.

Ojo por ojo, diente por diente

Finalizamos esta tanda de curiosidades de la Biblia repasando el que tal vez es el axioma más memorable pero también más malinterpretado del mundo antiguo: “ojo por ojo y diente por diente”.

El que cause alguna lesión a su prójimo, como él hizo, así se le hará: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; se hará la misma lesión que él ha causado al otro. Levítico 24:15-16.

Los redactores de la Biblia no fueron exactamente innovadores al desarrollar su código ético. Muchas de sus leyes la tomaron prestadas de sus vecinos. Es el tipo de cosas que, una vez que las escuchas, no puedes olvidarla. El “ojo por ojo y diente por diente” que leemos en la Biblia se remonta a mucho antes de que se escribiese ninguna de las partes de la Biblia, en concreto al Código de Hammurabi.

Hammurabi fue el primer gobernante del imperio babilónico y sus normas abarcaban numerosos aspectos. El Código de Hammurabi contenía unas 272 leyes que trataban prácticamente todos los aspectos que podamos imaginar en cuanto a sociedad y cultura humana. La mayoría de las sociedades antiguas, los hititas, los cananeos y los babilonios, tenían códigos de leyes. No es de extrañar que los israelitas también los tuviesen.

Aunque el ojo por ojo nos resulta muy cruel, en su tiempo fue considerado un paso revolucionario hacia la justicia social. Se diseñó para llevar el equilibrio a los delitos y eliminar el peligro de la arbitrariedad. Además, se pone un límite a lo que el vengador puede exigir de aquellos a quienes pide una compensación.

Hasta la época de Hammurabi, los castigos por un delito en la Sumeria antigua dependían de quién lo hubiese cometido. El aspecto interesante del Código de Hammurabi es que, por primera vez en la historia de Oriente Medio, encontramos la idea de un código que se aplica a todos por igual. Esta norma bíblica del ojo por ojo marca un momento crítico en la evolución de la justicia social. Suena cruel a quienes hoy leemos estas palabras, pero los redactores de la Biblia estaban sembrando las semillas del sistema legal y judicial del que hoy disfrutamos.

Hasta aquí las curiosidades de la Biblia sobre la guerra. Es el momento de abordar las relativas a las maldiciones. ¡Seguro que más de una os sorprenderá!

Curiosidades de la Biblia: Las maldiciones

Los sacrificios de niños

Retrocedamos al año 2000 A.C., en concreto al valle de Hinóm, próximo a la ciudad de Jerusalén. Unos gritos desgarradores atraviesan el aire, unos gritos que todavía resuenan en esta norma bíblica:

No entregarás a tu hijo, quemándolo según el rito de Moloc. Levítico 18:21.

Moloc, un nombre que produce escalofríos. Pero, ¿quién o qué exigiría el sacrificio de un niño? Moloc era un dios pagano del inframundo que fue objeto de adoración 2000 años antes del nacimiento de Cristo. El sacrificio infantil fue parte esencial de las civilizaciones antiguas, puesto que consideraban que, para apaciguar a una deidad, ésta precisaba de sangre. En concreto, este culto creía que el sacrificio de sus niños a Moloc era, literalmente, un asunto de vida o muerte. Quemar a un niño como ofrenda a un dios es inconcebible en la actualidad, pero no sucedía lo mismo en el pasado. Entregando a uno de sus queridos niños, quizás se pudiese conjurar el peligro y satisfacer el voraz apetito de la muerte.

Hay pruebas físicas irrefutables de la práctica de esta horrible costumbre en el yacimiento de la antigua ciudad de Cartago, situada en lo que es hoy Túnez. Se encontraron cientos y cientos de urnas llenas de huesos de niños, desde recién nacidos hasta niños de dos años. Los expertos están cada vez más convencidos de que los ofrecieron a alguna horripilante e implacable deidad. El sacrificio de los niños suena a maldad pura, pero, al igual que todas las normas de la Biblia, revela algo sobre el mundo antiguo. No sólo que éste tuviese costumbres extrañas o dioses menores, sino que la esperanza de vida no era muy elevada. Y es que en esta época había muchas maneras de morir de repente, sobre todo a causa de diversas enfermedades incurables (el cólera, el tifus o la viruela son un ejemplo de ello). La esperanza de vida era corta, existiendo la creencia de que se podía evitar la muerte, no sólo la propia, sino también la de la familia. Ahora bien, para ello tenías que estar dispuesto a sacrificar a alguien de tu propia sangre.

El sacrificio de humanos para lograr el favor de los dioses era una práctica extendida en la antigüedad, no solo en el culto a Moloc. Hace mil años, en México los aztecas ya mataban a los suyos. Uno de los primeros usos documentados de un postre muy apreciado está asociado a esta práctica. Los aztecas sacrificaban a seres humanos en lo alto de las pirámides. Cuando se iba a sacrificar a un joven, si a éste lo dominaba el pánico, se le daba una bebida, una mezcla de chocolate y sangre (una sangre que procedía de un sacrificio anterior).

No obstante, existen contradicciones en la Biblia sobre esta cuestión. Por ejemplo, veamos lo que dice el Éxodo 22:28:

No tardarás en ofrecerme mi parte de tus frutos y de tu cosecha. Me darás el primogénito de tus hijos.

Hay un famoso relato de la Biblia que puede darnos la pista definitiva sobre la consideración de este terrible comportamiento en el mundo antiguo. Todo comienza con un padre y un hijo, los conocemos como Abraham e Isaac. Cuando Isaac se hizo mayor, Dios le dio a Abraham la orden de sacrificar a su hijo. Le dijo que subiera a la montaña, que construyera un altar y que lo matara. Justo cuando iba a obedecer las órdenes de Dios, levantando un cuchillo para clavárselo a su hijo en el pecho, apareció un ángel y le dijo que no lo hiciera. Dado que había un carnero que tenía los cuernos enganchados en un arbusto, Abraham comprendió que Dios le había facilitado el animal para que no tuviese que hacer un sacrificio humano. Pone a prueba su fe, pero Dios lo detiene. ¿Quiero ello decir que estamos ante un hecho crucial en la consideración de esta práctica salvaje en el mundo antiguo? Da la impresión de que existe un avance en la sociedad de entonces y de que ahora la consideran una costumbre de bárbaros.

El sacrificio infantil fue cada vez menos aceptado, pero los israelitas siguieron practicándolo de vez en cuando. Algunos incluso creían que se podía usar para ganar una batalla. Según cuentan, los israelitas estaban derrotando al rey de Moab, y entonces éste sacrificó a su hijo y los israelitas, sin embargo, perdieron. ¿Es posible que esta norma bíblica se viese como un intento de desactivar y destruir el arma mística que suponía el sacrifico de niños? En ese caso, fue muy efectivo, aunque en algunos lugares esa práctica ha llegado hasta nuestros días. En ciertas zonas del sudoeste de África se denuncian de vez en cuando sacrificios o rituales de niños. Pero… sigamos con otro ejemplo de las maldiciones dentro de las curiosidades de la Biblia.

Maldecir a los padres

El que maldiga a su padre o a su madre morirá. Éxodo 21:17.

En este caso estamos hablando de una sociedad tribal, por lo que resulta inimaginable la idea de rebelarse contra los padres. En un mundo antiguo en el que la supervivencia depende de diversos acuerdos sociales, la relación entre los padres y los hijos es una de las más importantes para proteger la sociedad, para que siga funcionando. ¿Es diferente en esto el mundo actual? Los últimos estudios muestran que los niños de hoy insultan más y desde una edad más temprana que hace 10 años. Se inician en esta práctica a los 3 ó 4 años, y estos insultos se dirigen de manera habitual hacia sus progenitores.

Ahora bien, ¿significa esto que en el mundo antiguo el lenguaje soez conllevaba la pena de muerte? Sin duda tenía que ser algo de mayor gravedad, probablemente la invocación de un castigo divino para los padres, buscando que sufrieran un daño irreparable. De hecho, esta norma es en realidad la versión negativa del mandamiento que dice “honrarás a tu padre y a tu madre”. Es evidente que esta norma bíblica no se refiere a unos insultos, sino a una maldición como invocación de unos poderes ocultos. Pero, ¿de verdad hacía eso la gente? Encontramos la respuesta en los templos y las tumbas diseminados por Oriente Medio y el Mediterráneo, donde existen maldiciones reales escritas en tablillas de arcilla que dejaron los pueblos antiguos para que las hallásemos. Además de hablarnos de la maldición, nos hablan del procedimiento. Si querías que la maldición fuese efectiva tenías que seguir unas instrucciones concretas.

Desde el Antiguo Egipto tenemos lo que se conoce como textos de execración con maldiciones literales. Se escribe el nombre en una figura o cuenco de cerámica y luego se pronuncia. Por último, se hace añicos el cuenco. Uno de los primeros testimonios de Jerusalén aparece en un texto que utilizaba el faraón para lanzar maldiciones. Es casi un rito de vudú en el que infringes daño a las personas cuyos nombres se escriben en el cuenco. El cuenco era la representación de la persona, como un muñeco de vudú, pero en la antigüedad no creían que la persona que echaba la maldición tuviese poderes mágicos, creían que lo que hacía era un encargo a un ser superior que se ocuparía de ejecutar la maldición.

La norma bíblica que ordena dar muerte al hijo que maldiga a sus padres empieza a cobrar sentido en el contexto de la época. En la antigüedad también se creía que había procedimientos reales para que se cumpliesen las maldiciones. Un padre podía creer que, si el hijo lo maldecía, quería acabar con él. Eso suponía que había que mantener a raya a los hijos que maldecían. Muchos de los mandamientos y maldiciones de la Biblia están basados en la supervivencia. El mundo antiguo era un mundo patriarcal. Un hombre poderoso proporcionaba seguridad a todos los que estaban bajo su cuidado. En un mundo en el que los hombres poderosos luchaban entre sí continuamente, cada uno de ellos debía asegurarse de que contaba con la lealtad de los que estaban bajo su protección.

Los hechizos

En el mundo antiguo las palabras tenían un gran poder. Un ejemplo es la maldición, otro es el hechizo. Hace miles de años vivió gente que usaba los hechizos para cambiar el curso de los acontecimientos, y la Biblia también tiene una norma sobre esto.

Todo hombre o mujer que llame a los espíritus o practique hechicerías morirá. Los apedrearán y su sangre caerá sobre ellos. Levítico 20:27.

Según los redactores de las normas de la Biblia, los poderes de estos hechiceros son reales y tuvieron un propósito completo en un mundo mucho más imprevisible que el que hoy habitamos. No existían mapas del tiempo, no sabían nada sobre los terremotos, por eso les gustaba tener cierto control de cualquier tipo. Por ejemplo, sobre lo que sucede en nuestros cuerpos. Si te haces daño, si enfermas y no hiciste nada, alguien tiene que ser el responsable, y la gente asignaba esa responsabilidad a un mago o a un hechicero.

La creencia en la magia y la brujería abarcaba a todo el mundo antiguo y, de hecho, encontramos las normas que las prohíben en uno de los textos antiguos más importantes: el Código de Hammurabi. Situémonos en la Mesopotamia del año 1772 a.C. Una de las primeras leyes de este código establecía lo siguiente: “si un hombre acusa a otro de brujería y no puede demostrarlo, se someterá al acusado a la prueba del río”. Esto significaba que se le arrojaba al río para ver si se ahogaba. Si sobrevivía se daba muerte al acusado, y si se lo llevaba el río es que debía de ser culpable.

En el mundo antiguo se daba por sentado que los sacerdotes de Mesopotamia poseían poderes sobrenaturales e incluso se representaba a los profetas hebreos realizando milagros en nombre de Dios. Entonces, ¿por qué la Biblia es tan dura con el poder de magos y brujos? ¿Por qué ellos son diferentes? El problema era que no utilizaban los canales oficiales. Si Dios quería comunicarse contigo lo hacía a través de un profeta al que llamaba para entregarle mensajes dirigidos a la gente.

Los castigos

Las normas de la Biblia son una ventana al mundo antiguo. Es un modo de entenderlo todo, desde la forma de vestir hasta el crimen y el castigo.

Moisés, pues, habló a los hijos de Israel, que sacaron al blasfemo fuera del campamento y lo apedrearon. Lo hicieron tal como Yavé lo había mandado a Moisés. Levítico 24:19

En el antiguo Israel, la lapidación era el método habitual de ejecución por crímenes capitales. Era un ejercicio comunal en el que se reunía toda la aldea para lanzar piedras hasta matar. Es una forma íntima de castigo. No hay lanzadores de piedra de larga distancia, no están lejos, tienen que asegurarse de que sea una piedra con cierto peso y masa, y hay que poder lanzarla con una fuerza determinada. Se podría comparar a un pelotón de ejecución en el que no se sabe qué bala acaba con la vida de la persona. Es toda la comunidad la que administra la justicia, la que confirma el derecho de la comunidad. Conocían a esa persona, conocían a su familia, a sus padres, a sus abuelos, y esto tenía que ser algo muy importante para que decidiesen lanzar una piedra contra su vecino.

La lapidación era el método tradicional de ejecución en el mundo antiguo, desde Macedonia hasta Arabia, y servía como castigo a una amplia variedad de delitos, desde el adulterio hasta la traición. ¿Revela el enunciado de esta norma detalles sobre el mundo antiguo? ¿Por qué participaba toda la comunidad? Hay una teoría que dice que la lapidación funcionaba como una prueba de lealtad dentro de la comunidad. Si no arrojabas piedras al blasfemo, podrías fallar a la hora de proteger al pueblo de los enemigos. Necesitamos comprobar constantemente la lealtad de los demás para saber que, cuando nos ataquen, estarán allí para ayudarnos. Una tribu debe permanecer unida, es necesario que participen todos. Había otras formas de ejecución, como el ahorcamiento y la decapitación, pero, como decíamos, la lapidación tenía un significado diferente para la tribu. Además, no se sometía a este castigo sólo a los hombres, ya que muchas veces enterraban a la mujer hasta el cuello y la apedreaban hasta destrozarle prácticamente la cabeza. La lapidación es una práctica antigua que, por desgracia, aún existe hoy en algunos países.

Esta norma bíblica es un buen ejemplo de cómo se protegía a sí misma una comunidad antigua. Pero, antes de juzgar, tengamos en cuenta el contexto en el que se practicaba. En el mundo antiguo todos viven mucho más cerca del precipicio de la supervivencia o la muerte. Si somos conscientes de que la mayor parte del tiempo contamos con el lujo de vivir con un nivel de seguridad más elevado, podemos imaginar lo que sería vivir en peligro constante en dicha época.

Si prestamos atención, las normas de la Biblia pueden guiarnos y hacernos comprender cómo vivía e incluso se vestía esa gente. Fijaos en la camiseta que lleváis puesta. Hace 3000 años había una norma bíblica que decía que la prenda que tenéis puesta era una blasfemia.

La ropa

No usarás ropa tejida con hilos de dos clases. Levítico 19:19.

Dicho de otro modo: no te pongas nada hecho con dos tejidos diferentes. La Biblia conocía el viejo proverbio que dice “el hábito hace al monje”. Somos lo que vestimos, no mezcles un tejido que procede de la tierra con un tejido que procede de un animal que vive en la tierra. No debes mezclar cosas, porque la mezcla implica impureza, implica un cierto grado de suciedad, es una combinación inapropiada.

Curiosidades de la Biblia

Curiosidades de la Biblia: Maldiciones

En el 450 a.C., en Oriente Próximo, donde la identidad de la tribu era cuestión de vida o muerte, había que reconocer al enemigo a simple vista. Puede que los tejidos fuesen como las banderas o los colores de los equipos de hoy. Es preciso que se convierta en una obsesión tener un cierto grado de pureza tanto en la vestimenta como en la comida, no queremos que entre nosotros haya personas con lealtades divididas. Por ejemplo, si un hombre se casaba con una mujer de otra tribu y esa tribu les atacaba, lo más probable es que vinieran sus parientes con espadas y lanzas. Se debía estar seguro de que ella permanecía leal a la nueva tribu y no a sus parientes.

Las normas de la Biblia guían las creencias de millones de personas, pero aquí investigamos lo que nos dicen sobre unas civilizaciones que se extinguieron hace mucho. Hablemos en este caso de la política.

La política

No blasfemarás contra Dios y no maldecirás al jefe de tu pueblo. Éxodo 22: 27.

Si en ocasiones la política de nuestros días nos parece extremista, revisemos la de la antigüedad, donde ni siquiera te permitían maldecir a tu líder, que es algo que en la actualidad damos por sentado. Cabe la posibilidad de que en la antigüedad se viese como si fueran dioses. En nuestra sociedad, al menos en la occidental, marcamos una línea entre la Iglesia y el Estado, pero en el mundo antiguo en general, o en el antiguo Israel en particular, no existía esa división.

Maldecir a un líder es como maldecir a tus padres o a Dios, que comparten toda su autoridad sobre el pueblo. Cuando los israelitas hacían la travesía del desierto y necesitaban que los guiase Moisés, los ancianos, los gobernantes y los sabios tenían que poseer autoridad para tomar decisiones que el pueblo respetase. No se admite una rebelión en el desierto, es peligroso y salvaje. Si leemos entre líneas esta norma bíblica, nos muestra una estructura de poder. La mayoría de los ciudadanos del mundo antiguo podían estar seguros de dos cosas: el rey estaba por encima de ellos y por encima del rey estaba Dios.

Antes de determinar por qué la gente no podía maldecir a sus líderes habría que averiguar qué pasaba cuando un líder desafiaba a Dios. Vámonos al 2000 a.C. Imperio Acadio, desaparecido hace mucho tiempo y situado en algún lugar de lo que hoy es el Golfo Pérsico. Se considera el primer imperio mundial y está a punto de sufrir una maldición de proporciones descomunales. Su capital era Agadé (Akkad), y su colapso fue una gran pérdida. Los arqueólogos han hallado un poema escrito un siglo después de su hundimiento en el que se detalla la caída de dicho imperio y la devastación que produjo. Pero, ¿cuál fue la causa?

Los dioses maldijeron la ciudad de Akkad porque su rey construyó un templo en contra de los deseos divinos. El rey destruyó el viejo templo, los dioses se pusieron de luto y el poder pasó de Akkad a una de sus ciudades vecinas. Los arqueólogos creen que las palabras de la maldición señalan un hecho histórico, es decir, que esta catástrofe sucedió realmente. Lo más interesante de la maldición de Akkad es que parece describir una época de sequía, casi un período de cambio climático. Hay restos arqueológicos que señalan que hubo una sequía al final del tercer milenio, así que en esta maldición puede haber un reflejo de verosimilitud histórica.

En el caso de Akkad, un rey desobedece a su dios y se derrumba un imperio, pero, ¿qué ocurre cuando un hombre obedece a Dios pero destruye al rey para alcanzar el poder? Para responder a esto examinemos la trayectoria del rey más famoso de la Biblia. Nos referimos al rey David, uno de los gobernantes más complejos e interesantes de la antigüedad.

Se suele considerar al rey David como el más grande de los reyes israelitas, pero la mayoría de los eruditos de la Biblia afirman que la suya es una historia muy pulida y que en realidad era un personaje bastante desagradable. Las pruebas históricas sugieren que David fue una persona real, un líder que gobernó el reino de Israel hace 3000 años, entre el 1010 y el 970 a.C. Pero, ¿qué clase de líder era este rey? Según los cristianos, Jesús desciende directamente de él.

Es innegable que David poseía un gran talento político. Se casó con la hija de Saúl porque era la hija del rey, no porque la amara profundamente. Pero… ¿cómo lo consiguió? Por lo que se ve, usó todos los medios precisos. Saúl es el rey de David, y Saúl es consciente de la ambición de David, por lo que le impone una tarea que es sospechosamente compleja, algo que un hombre normal no conseguiría nunca. Así le ordenó traerle cien prepucios de filisteos.

¿Por qué los prepucios y no las manos, por ejemplo? Esto se remonta a una costumbre egipcia que tenía miles de años y que consistía en pagar una recompensa económica al soldado que hubiese matado a un enemigo. Para demostrarlo, le cortaba el pene. Los israelitas habían adoptado la costumbre egipcia de la circuncisión. Podemos estar seguros de que los soldados israelitas estaban circuncidados, pero los filisteos no. La petición de Saúl exige un acto de violencia extrema, es muy difícil conseguir el prepucio de un hombre si éste no está de acuerdo en dártelo, así que sabemos lo que eso supone: matar a toda esta gente. El mundo antiguo está a punto de llenarse de sangre.

¿Qué pretende Saúl? Quiere que David muera mientras trata de reunir los cien prepucios de los filisteos, pero… ¿qué hace David? Se va y vuelve con doscientos, doscientos prepucios filisteos que deja como precio de la novia. Luego se presenta ante Saúl y los cuenta. Saúl comprende que su suerte está echada, nada detendrá a aquel hombre. Al conseguir el doble de prepucios, David cumple de sobra la norma bíblica que exige obedecer al rey sin cuestionarlo. Al hacerlo, allana su camino hasta el trono: el poder hace la fuerza.

Los tatuajes

Las normas de la Biblia son una inesperada oportunidad de explorar el mundo antiguo. Incluso hacen referencia a una costumbre moderna muy extendida: ¡los tatuajes!

No se hagan cortes en su cuerpo por los muertos; no lleven inscripciones o tatuajes en su cuerpo: ¡Yo soy Yavé!. Levítico 19:28.

¿Estaban los tatuajes prohibidos porque se asociaban con la adoración pagana? Para obtener una respuesta, lo mejor que podemos hacer es estudiar a los cananeos, vecinos de los antiguos israelitas. Para ellos, la laceración corporal era una práctica religiosa. Según cuentan, los profetas del dios cananeo Baal, para llamar su atención, se hacían cortes con las espadas hasta que de ellos saliera sangre. Esa forma de mutilación corporal podía estar relacionada con algún tipo de adoración ancestral.

En la antigüedad, de Egipto a Creta, de Grecia a Persia, los tatuajes tenían distintas funciones: ritos de iniciación, adornos para los valientes e incluso se consideraban un atractivo sexual. Pero esta norma de la Biblia señala a los israelitas como la excepción, ya que se niegan a marcar sus cuerpos (al contrario que otros pueblos). Esto seguramente quiere decir que pensaban que no se debía cambiar el aspecto que tienes porque Dios te hizo tal como eres. El cuerpo es el templo del Señor, el templo del Espíritu Santo, no hagas nada que sea un impedimento para el cuerpo, que le falte el respeto, que le inflija dolor o sufrimiento.

Las promesas

Las normas de la Biblia nos transportan hacia atrás en el tiempo, nos introducen en la mente de los pueblos antiguos, desde los tatuajes hasta cómo hacían y cumplían sus promesas.

Todo lo que de tus labios salga debes realizar con diligencia. Deuteronomio 23:24.

¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo, tienes que hacer todo lo que dices, pues tu palabra te ata. Entonces, ¿qué nos explica esta norma sobre la consideración de las promesas en el mundo antiguo? Quizá hallemos alguna respuesta en el aspecto físico de los dioses, sobre todo el de los griegos. Heródoto, el historiador griego del siglo V a.C., dice que los dioses griegos proceden casi todos de los egipcios, pero con un cambio de forma. Los griegos no tienen dioses con cabeza de animal, cosa que sí sucede en los dioses egipcios. ¿Cuál es la objeción a un dios con cabeza de animal? Que los animales no hablan, sólo los seres humanos razonan, porque sólo los seres humanos saben hablar.

Para los griegos, el acto de hablar es tan importante que se considera que es lo que lo relaciona con los dioses que adoran. Quizás no sea sorprendente descubrir que, en la antigüedad, las palabras que salían de nuestra boca tenían un propósito y un sentido. En un mundo en el que no hay tribunales, en un mundo en el que no existen los contratos escritos, en un mundo en el que no hay registro digital, en ese mundo hay que recordar las palabras que se dicen y hay que atenerse a ellas. De lo contrario, la sociedad empieza a deshacerse y a desmoronarse.

Si se ignoraba esta norma de la Biblia y no se cumplía lo prometido, había consecuencias reales. Que la gente conservase la vida dependía de si se decía la verdad, de si no trataban de escabullirse de ella. El lenguaje es un arma poderosa, puede usarse para hacer el bien o el mal. Esto no es exclusivo del mundo antiguo. Hay palabras que hoy siguen teniendo un poder inmenso, desde adjetivos racistas que insultan y degradan hasta la misma palabra “racista”, que puede dañar irreparablemente una carrera o una vida. Y la cosa no se detiene ahí. En algunos ámbitos, llamar a alguien “liberal”, “conservador” o de “derechas”, llamar a alguien “comunista”, “socialista” o de “izquierdas”, puede cambiarlo todo para esa persona una vez que está etiquetada. Hace 3000 años habrían sido otros los términos, pero, ya fuese haciendo promesas o maldiciendo, la antigua lengua hebrea iba directa al grano. El hebreo es una auténtica lengua del desierto. Los que han estado alguna vez en el desierto, en uno de verdad, saben que debes conservar la energía porque el sol te la absorbe. No utilizan artículos como “el” o “un” si pueden evitarlo, no utilizan preposiciones como “hasta” o “para” ni ninguna de esas palabras cortas. Desaparecen todas.

La gente que escribía y hablaba esta lengua, creía que cumplir la palabra dada era esencial para mantener la vida diaria. Esta nueva sociedad permanecía unida gracias a la palabra. La palabra era tan poderosa que entendían la creación misma como obra del lenguaje. Nada cobraba vida sin la palabra. Dios dijo “hágase la luz”, Dios dijo “que haya seres vivos”. La palabra dicha por Dios daba existencia a la creación.

¿Cómo era en realidad el mundo antiguo? La respuesta puede estar oculta en miles de normas y mandatos de la Biblia. Algunos pueden ser sorprendentes, otros misteriosos. Todos desvelan detalles olvidados sobre el mundo de antaño. Revisemos el pasado.

Curiosidades de la Biblia: Falsos profetas

El altar

En la época bíblica, el mundo podía ser un lugar caótico. La comunión con los dioses servía para encontrarle sentido a los misterios de la vida, creando precisamente orden en medio del caos. La primera norma que veremos se refiere a un instrumento espiritual esencial para comunicarse con la divinidad, no solo para los israelitas, sino también para muchas otras culturas antiguas: los altares.

El altar era el conducto más directo hacia Dios, era el lugar donde podías compartir el alimento con Él, y el altar del dios hebreo debía hacerse según instrucciones muy específicas.

Si me haces un altar de piedra, no serán piedras labradas, porque al trabajarlas con el hierro quedarían profanadas. Tampoco subirás por gradas a mi altar, para que no se descubra tu desnudez. Éxodo 20:25-26.

La primera de las curiosidades de la Biblia que revela este precepto es que los antiguos israelitas no llevaban ropa interior bajo la túnica. Pero, ¿por qué se consideraría ofensivo a Dios un breve atisbo de piel desnuda? Lo más probable es que, en el caso de los genitales expuestos del sacerdote, puede que se considerara inapropiado, demasiado cercano al sexo en un lugar reservado para lo sagrado.

La segunda de las curiosidades de la Biblia a la que se refiere esta norma menciona a las piedras labradas. Pero, ¿por qué se preferían las piedras sin tallar para los altares? Para nuestra sorpresa, el motivo puede estar relacionado con la guerra. Y es que la pega de emplear el cincel para tallar una piedra para un altar es que el cincel sería de hierro, y, como es un metal usado para hacer armas, resulta inapropiado para usarlo en objetos sagrados.

Pero, aunque los detalles del diseño del altar hebreo eran únicos, su función no lo era. De hecho, los altares abundaban en todo el mundo antiguo (tal y como se ha podido corroborar en numerosas excavaciones arqueológicas). ¿Os gustaría saber cómo utilizaban los altares otras culturas antiguas para adorar a sus dioses? En general, el altar servía para hacer sacrificios. Tenía una superficie plana sobre la que se sacrificaba un animal o se depositaban pasteles, vino, miel y demás ofrendas. Aunque los altares de la Biblia diferían en diseño de otros del mundo antiguo, también eran el principal medio por el que los israelitas se comunicaban con su Dios y, al igual que sus vecinos, no solo rezaban ante el altar, también lo usaban como parrilla. Debía cortarse la carne para ofrecérsela a Dios y luego se quemaba en el altar para que el olor ascendiera hacia Él. Desde luego, entre las curiosidades de la Biblia se podría decir que el altar se asemejaba a una barbacoa moderna…

Los oráculos

El sacrificio de animales no era el único modo en el que la gente se comunicaba con los dioses. Fuera de Israel, y sobre todo en Grecia, había personas concretas que servían como intermediarios sagrados de los dioses. Se denominaban oráculos. El oráculo actúa como pozo de sabiduría y es una especie de transmisor entre los mortales y los dioses. Había oráculos por todo el mundo antiguo, desde Egipto a Siria y Grecia, y la creencia en ellos empezó hace milenios. Los oráculos son fascinantes. A nosotros nos parecen algo extraño, pues nos asombra que creyesen en ellos, que no acabaran desacreditados por ser unos farsantes.

Por una pequeña contribución, la gente podía acudir al oráculo a pedir un vaticinio sobre su vida y futuro. Preguntaban cosas como si una determinada persona debía hacerse granjero o si un esclavo le robaba. Los oráculos les respondían. Un descubrimiento reciente en el Santuario de Delfos, situado en el centro de Grecia, ha llevado a los científicos a creer que esas visiones podían tener incluso un origen en el mundo real. En 2002 se descubrió que en Delfos hay una o dos fallas ocultas que se encuentran bajo el templo y, por tanto, podía haber escapes de gas, puede que de metano que sería alucinógeno. Por tanto, es totalmente lógico deducir que las visiones tenían un origen químico.

Tras experimentar la visión, el oráculo ofrece una respuesta a la pregunta hecha, pero a veces las respuestas podían malinterpretarse. Remontémonos al año 546 a.C. Al rey Creso de Lidia le preocupa otro monarca rival, Ciro de Persia, que amenaza su reino. Creso consulta a un oráculo y le pregunta si debería invadir Persia y adelantarse a Ciro. El oráculo le responde que, si lo hace, destruirá un gran imperio. Es un buen ejemplo de la ambigüedad de la respuesta, así que Creso deduce que destruirá un gran imperio, pero resulta que se trata del suyo. Creso malinterpreta la predicción del oráculo con consecuencias nefastas, ya que declara la guerra a Persia y pierde su propio reino.

Cabe mencionar que existe cierta equivalencia entre los oráculos y la videncia. A fin de cuentas, no son pocos los videntes a los que en la actualidad la gente les paga para responderles a preguntas relacionadas con el futuro de sus vidas, bien sea personal o laboral.

Los ídolos

No te harás estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra. No te postres ante esos dioses, ni les sirvas, porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso. Yo pido cuentas a hijos, nietos y biznietos por la maldad de sus padres que no me quisieron. Éxodo 20: 4-5.

Antes de poder descifrar esta norma bíblica, debemos responder algunas preguntas: ¿qué era exactamente un ídolo en el mundo antiguo? Y, si los israelitas no los adoraban, ¿quién lo hacía? Un ídolo puede ser una estatua. De hecho, a veces eran representaciones de cómo se imaginaba que actuaba un dios. Los indicios sugieren que algunas imágenes resultaban muy reales para los que las contemplaban, tanto que podían provocar una reacción física. Cuando miras a los dioses, ellos te miran a través de esos ojos…

Por todo el mundo antiguo, de Canaán a Grecia, Roma, Egipto o Babilonia, la gente adoraba a muchos dioses distintos. Para cada faceta de la vida, la guerra, el amor y la muerte, había distintos dioses a los que había que venerar y aplacar, y si se quería convocar la presencia de determinado dios, se cogía madera o metal y se hacía una estatua. Miles de años después es imposible saber del todo lo que sentían los antiguos por sus estatuas, pero la Historia deja claro que las trataban casi como si fueran seres humanos. Vestían a sus ídolos, los alimentaban y los sacaban en procesión. Para aplacar a un dios, para darle gracias, para pedirle perdón, como expiación le ofreces alimento. Si esto era así, ¿por qué se revelaron los hebreos contra el culto a esas imágenes de aspecto tan real? Puede haber una pista en la ciencia moderna.

Existe una teoría científica, la teoría del valle inquietante, que dice que los humanos sienten una fuerte aversión hacia imágenes que son demasiado parecidas a la realidad. Llega un momento en que, si la imagen es casi humana, la gente se siente muy incómoda, siente rechazo hacia ella. Se ve muy real, pero también resulta inquietante. Es posible que algo en esas estatuas de los dioses con atributos humanos causara rechazo a los hebreos antiguos.

Pero, aunque la teoría del valle inquietante pueda explicar la prohibición bíblica del culto a los ídolos, todavía queda una incógnita: ¿por qué rechazaban los hebreos la forma común de adorar a los dioses?, ¿por qué les molestaba? Se puede pensar que esta norma encierra algo más, es el principio de un gran cambio en el mundo antiguo, un cambio total en la relación entre dios, hombre y naturaleza. La idea no era que Dios estaba en todas partes y lo habitaba todo, tal como creían muchos otros filósofos griegos. No era que Dios existiese en el universo, existía más allá del universo y, cuando Dios abandonó el universo para convertirse en la deidad sobrenatural de los hebreos, abandonó el mundo natural. Al abandonar Dios el mundo natural ya no podía estar dentro de objetos hechos por el hombre, así que los ídolos quedaron obsoletos para los hebreos. Cualquiera que adorase a un ídolo ya no estaba adorando a una entidad animada y llena de Dios, adoraba a una simple piedra.

Al hacer que los israelitas dejaran de adorar a simples estatuas, la norma bíblica también facilitó la comprensión del nuevo Dios que, según la última frase de la norma, era muy celoso de su propio pueblo. ¿Qué significaba esa palabra en el mundo antiguo y cómo reaccionaba ese Dios celoso cuando la norma se desobedecía? Para que os hagáis una idea, los filisteos habían robado el Arca de la Alianza y eran idólatras. Su sociedad veneraba ídolos de oro, así que Dios se enfadó mucho y, en el libro de Samuel, se cuenta que Dios ataca a toda la población filistea con hemorroides. Cuando se ven atacados por las hemorroides acuden al sacerdote, le preguntan cómo librarse de ellas y éste les dice que hagan miniaturas de oro de las hemorroides, igual que vuestros ídolos, cargadlas en un carro junto con el Arca de la Alianza, enviádselo a los israelitas y quedaréis curados.

Las costumbres de otros pueblos

No seguirán las costumbres de la gente que voy a arrojar delante de ustedes, pues a causa de esas mismas prácticas les tomé odio. Levítico 20: 23.

Dentro de las curiosidades de la Biblia, ésta hace referencia a que no se sigan o imiten las costumbres de otros pueblos vecinos. De Grecia a Egipto, Roma y Babilonia, la gente adoraba a múltiples dioses. A los israelitas se les ordenaba actuar de otro modo, que venerasen a un solo Dios. Esa práctica se denominaba monoteísmo. Solo hay un Dios y todos los demás son un fraude o impostores.

Es verdad que la idea de adorar a un solo Dios es una rareza en el mundo antiguo. Sin embargo, hay hechos que sugieren que quizás los israelitas no fueron los primeros monoteístas. Pudo haber un precedente en Akenatón, un faraón del siglo XIV a.C. que erradicó el culto a todos los demás dioses en Egipto, centrándolo en Atón, el disco solar. Esto provocó un gran revuelo, e incluso algunos expertos opinan que ese cambio religioso radical en Egipto inspiró a unos de los profetas judíos más importantes: Moisés. Es curioso que se dé ese experimento monoteísta en Egipto y que después se desarrolle el monoteísmo en el antiguo Israel.

Curiosidades de la Biblia

Curiosidades de la Biblia: Falsos profetas

Akenatón vivió sobre el 1.350 a.C., mientras que Moisés vivió sobre el 1.250 a.C. Es posible que Moisés hubiese oído hablar de Akenatón y que tal vez influyese en su decisión de adorar a un solo Dios. Con todo, hay una diferencia clave entre el culto a Atón y el monoteísmo judío. La idea de Akenatón está próxima a lo que llamaríamos monoteísmo, pero difiere un poco porque sólo Akenatón y su familia podían adorar a Atón, y el resto de los egipcios debían adorarlo a él. Lo que en realidad nos encontramos son dos dioses: Atón, el disco solar, y Akenatón, el faraón. Al ordenar que su pueblo adorase al dios a través de él, lo de Akenatón quizás fuese solo una gran jugada maestra. Para hacer de Atón el único dios y de sí mismo la única persona que podía adorarlo directamente, Akenatón se hizo con el control de la religión. Ya tenía el control del gobierno, el del ejército y ahora también el de la religión, por lo que se trata de una maniobra realmente astuta para asegurarse un poder absoluto.

En suma, la nueva religión de Akenatón era muy distinta a la que después sería la fe judía y, como no hay pruebas que indiquen lo contrario, los expertos consideran que el verdadero monoteísmo empezó con los hebreos antiguos. Actualmente es la forma de culto más común en el mundo, siendo practicado por innumerables creyentes de numerosos credos. Pero no eran sólo las prácticas religiosas de sus vecinos lo que los israelitas debían rechazar, resulta que los alimentos que tomaban también eran un problema. Las leyes dietéticas de los israelitas son opuestas a las de los egipcios, así que uno se plantea la pregunta de por qué un pueblo que pasó 300 años en Egipto rechaza las normas dietéticas del país en el que había vivido.

La respuesta a esa pregunta apunta hacia el origen no sólo de esta norma, sino de muchas normas bíblicas. Los israelitas querían diferenciarse de otras culturas y pusieron gran empeño en subrayar lo diferentes que eran de sus vecinos. Por tanto, ¿cómo acentuar esa diferencia? Un modo es tener, por ejemplo, leyes dietéticas. Si los egipcios comían mucha carne de cerdo, los israelitas no comerían jamón.

Pero esas nuevas normas no siempre fueron populares. Si siempre habías comido jamón y un día aparece una ley que te prohíbe volver a comerlo, es probable que te sintieras contrariado, que es justo lo que sintieron los israelitas antiguos. Sabemos de las protestas de muchos israelitas durante la larga marcha por el desierto, porque añoraban el pescado, el cerdo y los melones, añoraban las uvas de Egipto y porque nunca llegaban a la tierra prometida.

La violencia contra otras religiones

Entre las curiosidades de la Biblia, cabe reseñar la violencia hacia otras religiones, algo habitual en el mundo antiguo.

Por el contrario, esto es lo que deben hacer: derriben sus altares y hagan pedazos las imágenes, arrasen sus bosques sagrados y quemen sus ídolos. Deuteronomio 7:5.

Según esta ley, hay que destrozar los templos y plantar fuego a los ídolos y símbolos de otros dioses y religiones. Ahora bien, ¿hay pruebas fehacientes de que esa norma se siguiese? Se han encontrado estatuas destrozadas, como, por ejemplo, estatuas egipcias y cananeas que tienen los brazos seccionados, pero posiblemente no fuese por una prohibición contra el culto a tales ídolos, sino consecuencia de un ataque invasor. La guerra causaba gran destrucción de ídolos y demás parafernalia religiosa, y aunque la norma bíblica pudo destinarse a los israelitas, plasma una práctica generalizada en todo el mundo antiguo. ¿Por qué era tan común destruir estatuas? En las guerras antiguas, cuando conquistabas otra nación y lo hacías porque tu dios te guiaba en la batalla, también vencías a los dioses del adversario y, para demostrar la superioridad de tu dios, destrozabas los ídolos de la nación derrotada.

Para resumir este apartado de curiosidades de la Biblia relacionada con los falsos profetas y los ídolos, podemos fijarnos en un relato que sirve para reflejar cómo en el mundo antiguo la gente ya empezó a preguntarse por qué había que rendir culto a algo que en realidad se podía destruir. El padre de Abraham, Taré, era comerciante de ídolos. Un día, Taré va al banco y le dice a Abraham que le cuide la tienda. Durante ese tiempo, Abraham coge un palo grande y destroza todos los ídolos salvo uno, el mayor de la tienda. El padre regresa, se queda atónito y pregunta qué ha pasado, y Abraham le dice que el ídolo grande cogió un palo y destrozó los otros. El  padre de Abraham se quedó extrañado y le respondió que un ídolo no puede hacer eso, por lo que Abraham le espetó: “fíjate en lo que dices, un ídolo no tiene el poder que te empeñas en creer que tiene”. Hoy ya no adoramos a los ídolos de la tienda de Taré, pero todavía hay objetos que sí idolatramos. Hoy idolatramos cosas que no son sagradas, adoramos el dinero y el poder, los zapatos de lujo, los coches y las casas, los telefónos móviles más caros… No son entidades, objetos que puedan darnos paz, sabiduría ni el consuelo que buscamos. Así que la sencilla lección de Abraham sobre el poder de los ídolos todavía puede aplicarse hoy en día. Como reza el dicho “por muchas casas, zapatos y coches que te compres, tu cortejo fúnebre dependerá del tiempo que haga”.

Curiosidades de la Biblia: La esclavitud

La libertad de los esclavos

No entregarás a su amo al esclavo que huyó de su casa y se acogió a ti. Deuteronomio 23:16.

En este precepto se dice que, si tu esclavo se escapa, deja que sea libre. Se trata de una extraña norma llena de contradicciones. Por una parte, protege al esclavo fugitivo, pero por otro lado parece aceptar la institución de la esclavitud ¿Cuál es su significado en la sagrada Biblia? En ningún pasaje del Antiguo Testamento ni del Nuevo Testamento se hace objeción alguna a la esclavitud. De hecho, en la Biblia hay un libro entero dedicado a ese tema. En el relato del Éxodo, el tránsito de la esclavitud a la libertad es el punto central sobre el que se construye la historia judía.

Según el Éxodo, los israelitas fueron esclavos en Egipto durante al menos 400 años, sometidos a trabajos forzados en condiciones brutales hasta que los liberaron los dioses. Los egipcios los oprimen, los esclavizan y Dios atiende a sus súplicas, los libera y tienen que recorrer el desierto en busca de una nueva tierra. Es posible que la historia de los israelitas como esclavos tenga algo que ver con la defensa de la libertad que hace esta norma. Dios libera a Israel de la esclavitud, los redime y luego regula las prácticas humanas y pecaminosas existentes, caso de la esclavitud. Ahora bien, ésta no era mal vista en tiempos de la Biblia, considerándose como una parte constituyente de todas las sociedades antiguas, incluida la israelita. Ninguna cultura de Oriente Próximo habría conseguido una sociedad que no incluyese la esclavitud.

La esclavitud del mundo antiguo no se basaba en la raza, como en los Estados Unidos, pero una persona podía convertirse en esclavo por muchas razones: por ser hijo de quien no debía, por cometer un crimen, por ser capturado en una batalla… El caso es que podía pasar toda su vida cautivo. No existía el concepto de los derechos humanos cuando se trataba de los esclavos. La idea de que un ser humano podía ser la posesión de otro, que debía hacer lo que éste desease, era la norma. Si tan corriente era la posesión de otra persona, ¿cómo se explica esta norma bíblica que obliga a poner en libertad al esclavo huido?

Puede que otra respuesta a una de las curiosidades de la Biblia relacionada con la esclavitud la hallemos en la antigua Roma, un lugar en el que entre el 15 y el 25% de la población eran esclavos y en el que escaparse era un delito grave. En la sociedad romana, los esclavos eran posesión de sus amos, poseían sus cuerpos y, por lo tanto, escapar de esa situación si eras un esclavo romano suponía un robo de ti mismo. En definitiva, era ilegal. Si se atrapaba a un esclavo huido, el castigo por ese delito podía ser brutal. Primero, el esclavo sería devuelto a su amo y éste podría elegir el castigo (encadenarlos, tatuarlos o incluso matarlos). Esto servía para que los demás supiesen que no podían huir y que eran propiedad de un determinado señor.

Sin embargo, en esta cita la Biblia se inclina por la libertad humana. Nadie nace para ser esclavo, nadie nace para servirte toda la vida. En lo que respecta al destino humano, nacemos para ser libres. La creencia en la libertad humana puede explicar esta norma, pero podría ser sólo una cuestión práctica. En la antigüedad estaba tan extendida la esclavitud que su número se había multiplicado, y eso a veces preocupaba a los amos. Los romanos siempre se sintieron intranquilos con sus esclavos, no querían que surgiese entre ellos una conciencia de sufrimiento compartido, que lo utilizasen como trampolín de una resistencia muy peligrosa. Se conservan muchos refranes romanos sobre eso, como, por ejemplo, “según cuántos esclavos tengas, tantos enemigos tendrás”.

En la antigua Roma no era solo el número de esclavos lo que inquietaba a los amos, ya que había un determinado grupo de esclavos que poseía un gran poder en la sociedad: los gladiadores. Podría parecer inexplicable que los gladiadores fuesen esclavos, pero en Roma a menudo se obligaba a los prisioneros de guerra o a los acusados de crímenes a convertirse en gladiadores y a luchar por su vida en estadios repletos, pero no todos aceptaban su destino. A todos se nos viene a la cabeza la historia de uno que se ha hecho muy popular en el cine. Retrocedamos al año 73 a.C. En esa época, un gladiador llamado Espartaco liberó a una banda de esclavos descontentos en una rebelión que llegó a ser una de las guerras más famosas de la Historia de Roma: la llamada III Guerra Servil. La rebelión se inició en una academia de gladiadores donde el amo no respetaba el código social no escrito sobre cómo debía tratarse a los gladiadores, así que estalló la rebelión. La revuelta incluyó a unos 78 gladiadores, que se hicieron con cuchillos de cocina y lucharon hasta salir de la academia para dirigirse luego a un lugar seguro en el monte Vesubio. Durante años, Espartaco y su cohorte, que llegó a ser de 40.000 hombres, lucharon por la libertad y, sorprendente, consiguieron mantener a raya al poderoso ejército romano. Pero en el año 71 a.C., los romanos derrotaron a la banda de esclavos. No está claro cuál fue el destino de Espartaco. Sabemos que a los romanos no les entregaron un cuerpo identificable. A los últimos 6.000 cautivos de las fuerzas de Espartaco los crucificaron en la Vía Apia, entre la Campania y Roma. Aunque al final se impuso el ejército romano, la rebelión de Espartaco demostró que los esclavos eran una fuerza a tener en cuenta. En cierta medida fue un toque de atención a los romanos.

Visto el sorprendente nivel de poder que alcanzaron algunos esclavos en la antigüedad, cobra más sentido este mandamiento bíblico. Para los amos sería mejor dejar que se fuese un fugitivo; de lo contrario, las consecuencias serían funestas. Pero hay otro sector de la sociedad que no dispone de libertad, tal como veremos en la siguiente norma bíblica.

La mujer como una posesión

A la mujer le dijo: «multiplicaré tus sufrimientos en los embarazos y darás a luz a tus hijos con dolor. Siempre te hará falta un hombre, y él te dominará». Génesis 3:16.

Según esta norma del primer libro de la Biblia, el 50% de la población habría nacido para ser servil. ¿Establece realmente la Biblia que la mujer debe ser esclava de su marido? Conviene recordar que este fragmento del Génesis forma parte de la historia de Adán y Eva. Dios planta un jardín en el Edén, y en ese jardín crea primero al hombre y, a partir del hombre, crea a la mujer. Dios le dice al hombre que podrá comer de cualquier árbol del jardín excepto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Eva tienta a Adán para que muerda la manzana, por lo que ambos hacen exactamente lo que les había prohibido Dios. Por desobedecer a Dios y comer del Árbol del Conocimiento, este versículo bíblico maldice a Eva y a todas las mujeres. Las condena a parir con dolor y a una vida de servilismo. Es una maldición que hoy puede parecernos severa, pero que en la antigüedad se tomaba al pie de la letra. Las mujeres estaban a medio camino entre los hombres y los esclavos.

Pero podría ser que esta norma hiciese mención a algo más concreto: los derechos de propiedad en el mundo antiguo, por ejemplo. La mujer era una propiedad que se podía comprar y vender con distintos propósitos. En el antiguo Israel, los padres entregaban a sus hijas en matrimonio sólo si el precio era ajustado. La mujer era propiedad de su padre hasta que se prometía en matrimonio con otro hombre y éste pagaba un precio al padre a cambio de su hija. El precio normal de la novia, 50 monedas de plata, era una compensación por la pérdida del trabajo de la hija.

En la antigua Roma el pago por un matrimonio se realizaba de otra manera. La familia de la novia daba una dote, pero la dote no le pertenecía a él necesariamente. Ella llevaba consigo una dote, pero se entendía que el marido solo podía tener acceso al usufructo de la dote. No era una propiedad permanente, ya que, si se rompía el matrimonio, el hombre tendría que devolver la dote. Podría suponer años de pagos a la familia natural de su ex esposa. Aunque las mujeres mantenían un cierto poder económico, el poder de la familia pertenecía al padre o al marido. De hecho, el matrimonio romano se conocía como manus, que significa “mano”, porque la mujer pasaba literalmente de la mano del padre a la del esposo. La norma podría referirse a esta costumbre, pero a veces los padres no vendían a las mujeres en matrimonio, sino como esclavas. Las familias podían perder sus propiedades, podían caer en la pobreza más absoluta y, en ese caso, los padres podrían verse obligados a tomar medidas desesperadas, como vender a los hijos que hubiese en su casa, hijos e hijas. Si debías dinero y no podías pagar las deudas, te encerraban por no cumplir con tus compromisos, o podías convertirte en esclavo hasta que saldases tu deuda trabajando.

En Atenas, en el 600 a.C., hubo una crisis económica que generó tantos esclavos que Solón, el legislador ateniense, promulgó unas leyes conocidas como la Sisactía, que condonaban las deudas y devolvían la libertad a la gente.

Existe un relato bíblico del libro de Nehemías que ilustra la gravedad de la esclavitud por deudas en el antiguo Israel. En aquella época hubo un grupo de gente que lo había perdido todo y que se vio forzada a vender a sus hijos como esclavos. Una de las afirmaciones más sangrantes es que se abusaba sexualmente de las mujeres que se vendían como esclavas. En este relato obligaban a las mujeres vendidas como esclavas a acostarse con sus amos o incluso a ejercer como prostitutas. Esto no era visto como algo ilícito, ni siquiera como algo moralmente reprobable. En muchas culturas antiguas el amo de un esclavo tenía la prerrogativa de acceder sexualmente a él. Lo que hoy denominaríamos esclavitud sexual era parte de esa condición.

Los hijos bastardos

En tiempos bíblicos no se mataba a una esclava sexual por tener un hijo, aunque éste debía someterse a unas normas concretas.

No entrará bastardo en la congregación de Jehová; ni hasta la décima generación no entrarán en la congregación de Jehová. Deuteronomio 23:2.

Este texto de las curiosidades de la Biblia significa que no son bienvenidos los hijos bastardos ni sus descendientes. En Israel había básicamente dos clases: estaban los esclavos y luego el resto del mundo, normalmente israelitas. Se obligaba con frecuencia a las mujeres esclavas a acostarse con sus amos y, si esas mujeres tenían hijos fuera del matrimonio, se sometía a éstos a una ley confusa y perjudicial. Así, los hijos nacidos de relaciones adúlteras, incestuosas o de parejas solteras no pertenecían a la comunidad. Esta norma redactada en Jerusalén hace casi 3.000 años puede parecer simplemente cruel, pero nos retrotrae a un período en el que los israelitas creían que se debía marginar a los hijos bastardos. Israel da mucha importancia a la ética, a las normas, a las leyes, a los códigos de comportamiento, puesto que es un pueblo pequeño y, como tal, tiene que tomar medidas para protegerse.

Para los israelitas una sociedad fuerte debía tener pureza de sangre. Cuando se redactó esta norma, Israel era un pueblo vulnerable y traumatizado. En el año 721 a.C., el ejército asirio conquistó el norte de Israel, lo que provocó el exilio de 10 de sus 12 tribus. Aquellas tribus no regresaron jamás, y hoy se las conoce como las 10 tribus perdidas. Puede que esta norma pretendiese mantener intacta a una comunidad débil. El objetivo principal era la continuidad y el fortalecimiento de la tribu, y las normas tenían como propósito incrementar la cohesión de la entidad tribal. A un observador moderno le parece injusto que el hijo nacido de una unión ilegítima viva marginado toda su vida, pero en la antigüedad los hijos sufrían las consecuencias de los actos de sus padres. Por ejemplo, los hijos de los esclavos pasaban a ser esclavos automáticamente. En la antigüedad, el que nacía esclavo solía morir siendo esclavo.

A veces, el hijo nacido de unos padres libres podía convertirse en esclavo. En la Grecia y Roma antiguas se determinaba el estatus de un niño en los días posteriores a su nacimiento. El bebé no se convertía al momento de nacer en un ser social integrado en la comunidad, sino entre una semana y diez días después del nacimiento. Durante la primera semana más o menos, el niño está en un limbo, y en esa zona puede ser rechazado. Para rechazar a un niño se utiliza el término “exposición”, y era una conducta extendida en la antigua Roma, cuando no se disponía de anticonceptivos modernos y la gente tenía con frecuencia embarazos no deseados. La exposición de niños consistía en dejarlos en un lugar público (como el mercado). Se supone que se exhibía al niño cuando había menos gente (se hacía así porque los padres que exponían a sus hijos no querían hacerlo de un modo demasiado ostentoso). Si un padre decide quedarse con su hijo, pone al bebé sobre su rodilla y lo reconoce como propio, de ahí viene la palabra “genuino”. En latín rodilla es genu y, cuando el niño está sobre la rodilla, se convierte en genuino.

No sabemos con certeza a cuántos niños se declaraba genuinos y a cuántos se exponía, pero sabemos que también existía esta costumbre en Egipto. Hay pruebas documentales de hace 2.000 años que indican que muchos nombres egipcios empiezan por kopr, que significa estiércol. Eran bebés abandonados junto al montón de estiércol. Pero no todos los niños expuestos sufrían el mismo destino. Si exponían al bebé, y exponer quiere decir, normalmente, abandonarlo para que se muera. Alguien podía rescatarlo, pero los expuestos corrían el riesgo de convertirse en esclavos.

¿Cuánto dura la esclavitud?

Según la Biblia, el ciclo de la esclavitud no debía ser indefinido.

Si tu hermano hebreo, varón o mujer, se vende a ti, te servirá durante seis años y al séptimo lo dejarás libre. Deuteronomio 15:12.

Esta norma redactada hace más de 2.500 años se incluye entre las leyes bíblicas de manumisión, las leyes que hablan de liberar a los esclavos. La ley bíblica obligaba a tratar al esclavo casi como un miembro de la familia, del propio hogar. Existían ciertas obligaciones hacia ese esclavo. Desde luego, tratar a los esclavos como miembros de la familia era una idea extraña en una época en la que la mayoría de las culturas antiguas veía a los esclavos como infrahumanos. Es lógico, pues, que incluyamos este precepto dentro de las curiosidades de la Biblia. Ahora bien, ¿por que se debía liberar a los esclavos precisamente al séptimo año? Conviene recordar que el siete es uno de esos números perfectos en la tradición bíblica. Hace mucho tiempo, la gente creía que el siete poseía un poder místico y astrológico. La astrología formó parte de las escrituras, puesto que había un conocimiento muy primitivo del universo, de su funcionamiento. Cuando uno miraba al cielo, a las estrellas, a los planetas, era lógico pensar que, de algún modo, lo divino formaba parte de ese espectáculo grandioso.

Esto también sucedía en otras culturas. En la antigua India, el siete era el protagonista de su creencia en el cielo y en el infierno. Eran siete los reinos que existían, y en la mitología hindú se habla del siete, que se extendía hacia abajo. Todavía hoy los hindúes creen que una persona recorre siete esferas hasta alcanzar la inmortalidad.

Por supuesto, los antiguos israelitas también creían en el poder del siete. Siete es la marca de la terminación. En el Génesis se dice que Dios creó el mundo en seis días de trabajo y que al séptimo descansó. También se dice que hay que honrar el séptimo día, que es sagrado. El sabbat, día de descanso, era una tradición israelita esencial. Cada siete días se detenía el trabajo y cada siete años la gente dejaba de cultivar sus campos. Es una costumbre que honra la creación del universo por parte de Dios y la libertad de los israelitas como pueblo. Para los antiguos judíos ésa era la forma de evocar la memoria de su esclavitud en Egipto. El sabbat era tan importante para los israelitas que también permitían que lo cumpliesen sus esclavos. Hubo muchos esclavos hebreos que aprendieron a leer porque era eso lo que hacía la gente durante el sabbat. Puesto que el sabbat era sagrado y existía un año sabático, tiene sentido que se libertase a los esclavos al séptimo año.

Curiosidades de la Biblia

Curiosidades de la Biblia: La esclavitud

Sorprendentemente, no todos los esclavos decidían ser libres. En la antigüedad había muchos esclavos con una mayor seguridad económica que los que trabajaban como jornaleros. A un jornalero se le pagaban las horas de trabajo y después se iba a su casa. Si se quedaba sin él, no tenía con qué alimentar a su familia. La necesidad económica era una razón de peso para preferir la esclavitud a la libertad, pero también había quienes seguían con sus amos simplemente por lealtad. Se sabe que en la antigua Roma algunos esclavos se suicidaban tras la muerte de su amo, un acto de suprema devoción. En el antiguo Israel, si un esclavo decidía permanecer esclavizado, el amo lo marcaba para siempre con un pendiente. Si el esclavo decidía que quería quedarse en la casa del amo, éste tenía que clavarle un punzón en la oreja, agujereársela y después el hombre hacía una declaración oficial en la que dejaba claro que quería ser esclavo para siempre. El pendiente representaba la elección del esclavo de seguir esclavizado.

La circuncisión para dejar de ser esclavo

Los israelitas diferenciaban entre los esclavos hebreos miembros de su propio grupo y los demás. Es decir, sólo los esclavos hebreos alcanzaban la libertad después de seis años. ¿Qué podían hacer el resto para alcanzarla? Convertirse y circuncidarse.

Esta es mi alianza contigo y con tu raza después de ti, que ustedes deberán guardar: todo varón entre ustedes será circuncidado. Ustedes cortarán el prepucio y ésta será la señal de la alianza entre yo y ustedes. Génesis 17:10-11.

Con esta norma escrita en el primer libro de la Biblia hace casi 3.000 años, Dios dice a los antiguos hebreos que todos los varones deben circuncidarse como prueba del vínculo entre ellos y Dios. La circuncisión es el símbolo de esa relación sagrada, pero ¿por qué la circuncisión o la falta del prepucio representa el vínculo sagrado entre Dios y el pueblo judío? La circuncisión es una de las muchas cosas que nos recuerdan no sólo quiénes somos, sino la esencia de quiénes somos. Hace miles de años, la circuncisión definía a los israelitas como tribu, pero es una costumbre que ha resistido el paso del tiempo y sigue siendo un rito de iniciación para los judíos de hoy. Cuando un niño judío cumple los ocho días, se le corta el prepucio en una ceremonia conocida como el Brit Milá, que significa literalmente “pacto de la circuncisión”.

Una de las suposiciones más extendidas es que la circuncisión se inventó y se aplicó sólo a los israelitas. Lo cierto es que la circuncisión no es una costumbre originaria de Israel, es una costumbre egipcia. En el siglo XXIII a.C. un egipcio describe el insoportable dolor de una circuncisión grupal de 120 hombres. Era una práctica muy conocida que se circuncidase a los soldados egipcios antes de entrar en batalla. Cuando había un reclutamiento, se celebraba una ceremonia ante el faraón de la que formaba parte la circuncisión. Era un rito militar que representaba un juramento sagrado, un vínculo o un pacto entre los soldados egipcios y su faraón (recordad que era visto como un dios). Según algunos historiadores, esta costumbre la adquirieron los esclavos israelitas en Egipto y la llevaron consigo cuando se establecieron en Israel. No obstante, sus vecinos habían renunciado a la práctica de la circuncisión, pero es posible que los israelitas siguiesen con ella para diferenciarse de sus contemporáneos griegos y romanos, que veían la circuncisión como una práctica repugnante. Para los griegos y los romanos, los genitales masculinos formaban un paquete completo y atractivo. La circuncisión iba en la dirección contraria, para ellos la circuncisión era una idea aterradora, era una mutilación del cuerpo.

En el siglo II, el emperador Adriano se opuso frontalmente a la circuncisión y llegó a prohibirla completamente. Ello provocó una crisis con los judíos que vivían bajo su gobierno. Algunos intentaron llevarla a cabo atando un pesado trozo de cobre al pene, un artilugio conocido como Judaeus Pondum, o “carga judía”. Otros practicaron circuncisiones en secreto y, finalmente, todo desembocó en una rebelión judía contra el imperio romano. Hay indicios de que la revuelta en Jerusalén estalló durante una procesión religiosa en la que unos soldados romanos, posiblemente ebrios, mostraron sus genitales que no estaban circuncidados y se rieron de los judíos, burlándose, pues, de su circuncisión. El resultado fue una resistencia sangrienta centrada en el liderazgo carismático de un hombre llamado Simón bar Kojba. La Rebelión de bar Kobja, o Segunda Guerra Judeo-Romana, hizo que judíos y romanos batallasen durante tres años. Finalmente se impusieron las tropas de Adriano y murieron cientos de miles de judíos.

Para los israelitas la circuncisión era motivo suficiente para iniciar una guerra sangrienta, pero no es la única norma bíblica referente a los atributos físicos de un hombre.

El castigo a los que maltratan a un esclavo

Como hemos dicho, los amos israelitas liberaban a sus esclavos hebreos después de seis años de trabajo. Sin embargo, en otras sociedades había muchos esclavos que no tenían esa oportunidad. La Biblia dice algo muy concreto a esas personas.

Queridos míos, no hagan justicia por sus propias manos, antes bien, den lugar a la ira de Dios. Porque está escrito: Yo castigaré. Yo daré la retribución, dice el Señor. Carta a los Romanos 12:19.

Esta ley dice que uno no ha de tomar la venganza por su cuenta, sino que ha de ser Dios el que se ocupe de eso. Escrita por Pablo en el siglo I, la norma afirma que Dios impartirá justicia a los que han sido maltratados, como los esclavos. Los antiguos creyentes tenían mucha fe en esta idea, confiaban en la intervención de Dios en el peor momento, como hizo en el relato del Éxodo, cuando liberó a los esclavos hebreos de Egipto enviando a las diez plagas. Este relato es fascinante porque, en buena medida, nos cuenta el desarrollo de una batalla entre dos deidades, Dios y el faraón, que, aunque no es un dios desde la perspectiva de los creyentes hebreos, sí lo es sin duda para su pueblo. Según cuenta la Biblia, Dios derrotó al faraón con una serie de actos brutales, atormentó a los egipcios con sarpullidos, una plaga de piojos y mató a todos los primogénitos. Dicho de otro modo, Dios se venga para que no lo haga el pueblo. El relato del Éxodo hace una afirmación audaz para la época: el creador del universo se preocupa por el pueblo llano y está dispuesto a liberar a los esclavos. Este poderoso mensaje de que Dios está dispuesto a luchar en nombre de los oprimidos sirvió de inspiración para los esclavos afroamericanos del siglo XIX, quienes así lo mencionaban en sus cánticos.

Curiosidades de la Biblia: La sexualidad

Los genitales

Sobre el siglo VII A.C., en la ciudad santa de Jerusalén, encontramos una de las normas más sorprendentes de la Biblia:

Si dos hombres se pelean y, por defender a su esposo, la esposa de uno de ellos se mete en el pleito, y agarra al otro por los genitales, ustedes deberán cortarle la mano a esa mujer. No le tengan piedad. Deuteronomio 25:11-12.

Es una norma muy específica. Pero, ¿por qué aparece en la Sagrada Biblia? ¿A quién se le ocurriría semejante mandato a no ser que hubiera sucedido? ¿No es lógico que una esposa acudiera en auxilio de su marido? ¿O se vería ese incidente de forma muy distinto en la actualidad? Muchos expertos han hablado sobre este pasaje y no son capaces de interpretarlo de la misma manera. Sin embargo, puede haber una pista en una práctica peculiar que existe desde la Edad de Piedra: el culto a la forma física del falo. Es la explicación más plausible. Por ejemplo, los griegos creían que el pene tenía poderes que protegían al pueblo del mal. No obstante, en el texto no se dice nada si es un varón el que golpea los genitales masculinos, por lo que se da a entender que se considera como inferior a la mujer. Esto ya era algo habitual siglos antes de la venida de Cristo. Sólo hay que fijarse en el Código de Hammurabi, donde un hombre podía matar a una mujer sin tener que rendir cuentas por ello. Tal vez este fragmento de la Biblia haya recibido influencias de otras normas anteriores. No obstante, la anterior no es la única referencia a los genitales masculinos entre las normas de la Biblia.

No entrará en la congregación de Jehová el que tenga magullados los testículos, o amputado su miembro viril. Deuteronomio 23:1.

Nuevamente no es algo nuevo y, de hecho, en anteriores civilizaciones hay referencias a, por ejemplo, los eunucos. Además, también hay pruebas de un poderoso testamento eunuco en la Biblia, concretamente en el Libro de las Reyes. Fijémonos en la historia de Acab y Jezabel. El primero fue uno de los reyes de Israel en el siglo IX A.C, mientras que la segunda era su esposa. Ambos tenían un palacio de verano, y Acab enfermó de tanto desear un viñedo de su vecino. Pero no hizo nada. Jezabel decidió intervenir, y amañó que acusaran de blasfemia y traición al propietario del viñedo. Los habitantes de la ciudad apoyaron el falso testimonio y luego mataron a pedradas al dueño del viñedo. Tras eso, el profeta Elías le dijo a Jezabel que sería castigada, que su cuerpo acabaría arrojado a los perros y que su sangre se derramaría en las calles. Precisamente son los eunucos los que hacen realidad la profecía, ya que arrojan a Jezabel por una ventana del palacio. No obstante, la realidad de esta norma bíblica quizás no tenga que ver con los eunucos y sí con la idea de los israelitas sobre la santidad.

Los recién casados

Las normas de la Biblia describen el panorama sexual en el mundo antiguo, arrojando luz sobre tabúes y preferencias de antaño. El sexo aparece con mucha frecuencia en el Libro Sagrado. De ahí surgió la expresión coloquial “conocerse bíblicamente”, que es otra forma de decir “practicar el sexo”. Entre las numerosas normas bíblicas sobre el sexo, hay unas cuantas que resultan bastante llamativas

Ningún hombre estará obligado a ir a la guerra o a prestar servicio alguno, si se acaba de casar. Al contrario, durante todo el primer año de su matrimonio tendrá derecho a quedarse en su casa, para disfrutarlo felizmente con su esposa. Deuteronomio 24:5.

Podría parecer un precedente de la luna de miel (lo que sin duda se trataría de una de las múltiples curiosidades de la Biblia), pero hace más de 2000 años la gente se casaba en un mundo donde nada estaba garantizado (caso de muertes por enfermedades o debido al propio parto). La explicación del precepto puede ser la siguiente. La gran cantidad de enfermedades infecciosas y la inexistencia de la medicinada moderna provocaba epidemias horribles, como la Peste Antonina del siglo II d.C. Una epidemia de viruela que mató a un total de cinco millones de personas en el Imperio Romano. Y también estaba el problema de la guerra, que producía una mortandad altísima. Podía reducir la población de una ciudad drásticamente. Las posibilidades de pasar de los 30 o de los 35 eran muy pocas.

En un mundo en el que la gente caía como moscas por enfermedad o violencia, cada momento con tu mujer contaba. Pero tal vez esa norma no se refiera solamente a pasar tiempo con la esposa, quizás se refiera a cómo emplear exactamente ese tiempo. Hay que recordar que el sexo era algo que se fomentaba mucho en la sociedad israelita. La procreación y de la perpetuación del linaje masculino era lo más importante. El pueblo israelita era reducido. Siempre en peligro de entrar en guerra con sus vecinos. Como, por ejemplo, los romanos, con los que lucharon durante 200 años en los que murieron decenas de miles de hombres. Había que engendrar muchos varones para luchar en las guerras, de tal manera que uno o dos sobreviviesen a las batallas y siguiesen aumentando la población.

No hay que descartar que esa norma también contenga una advertencia para los hombres sobre el peligro que supone abandonar el hogar. Irse de casa siempre da pie a tentaciones, y también crea nuevos problemas. Un hombre que se va a la guerra, podría no regresar. La tentación puede tomar muchas formas, entre ellas la de otra mujer, y, según una norma, esa otra mujer debe evitarse a toda costa.

El adulterio

Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. Mateo 5:28.

Hasta pensar en otra mujer que no sea tu esposa es traición. Antes de entender cuál es el contenido real de esta norma, debemos examinar un hecho bastante común: el adulterio. ¿Qué sabemos sobre un hábito que no parece pasar nunca de moda? Además de parecer algo innato en nuestra especie, los científicos han descubierto que hay pocos animales que practiquen tanto el sexo como nosotros. No sólo lo practicamos para procrear, sino por placer y para relacionarse, lo que nos distingue del resto del reino animal.

Para hallar el significado de esta norma hay que responder a una pregunta: ¿significaba el adulterio hace 2000 años lo mismo que hoy? Es importante recordar que el adulterio en el mundo antiguo consiste en que un hombre se acueste con una mujer casada con otro, así que un hombre en una sociedad polígama como la del Antiguo Oriente Próximo podía acostarse con cualquier mujer, siempre que no estuviera casada con otro. Es decir, que las reglas son distintas para hombres y mujeres. Y además, en el Israel antiguo el castigo variaba dependiendo de dónde tuviese lugar el acto. Si un hombre se acostaba con la mujer de otro y ocurría en la ciudad, ambos eran ejecutados, porque se deducía que el adulterio había sido consensuado. Si un hombre se acostaba con la mujer de otro pero lo hacía fuera de la ciudad, entonces se presumía que la mujer no había consentido, porque, si se había resistido, nadie la había oído, motivo por el cual a ella no la ejecutaban pero al hombre sí.

La pena capital podría parecer drástica por romper el voto matrimonial, pero la sociedad tribales del mundo antiguo se regían por la sangre. La familia lo era todo. Y s una mujer se acostaba con un hombre que no fuese su marido podía quedarse encinta. Eso era algo más que un escándalo, porque el hijo de una relación ilícita podría acarrear la desgracia a un hombre y a sus descendientes.

Matrimonios prohibidos

Ningún sacerdote se casará con una prostituta, ni con una divorciada, ni con una mujer que no sea virgen, porque está consagrado a su Dios. Levítico 21:7.

Esa norma quizás hace referencia a un auténtico fragmento de Historia perdida. Puede decirse que si se hizo una norma al respecto es porque eso existía. Nadie legisla sobre lo inexistente. Para poder descifrar esta norma hay que entender el que se califica como el oficio más antiguo del mundo: la prostitución. Al contrario que hoy, hace 3000 años a una prostituta no podían encarcelarla por ejercer su oficio. La prostitución era legal en todo el mundo antiguo, tanto la femenina como la masculina se conocen y se practican en todo el Oriente Antiguo. La Biblia no proscribe expresamente la prostitutición. Sin embargo, en la sociedad israelita las prostitutas solían ocupar el escalafón social más bajo. Ejercer la prostitución era el último recurso de una mujer. En todo el mundo antiguo, la mayoría de las prostitutas trabajaban en burdeles que tenían pequeños cuartos con losas de piedra que servían de cama.

Curiosidades de la Biblia

Curiosidades de la Biblia: Sexualidad

Habitualmente, las prostitutas trabajaban en la sombra. Los sacerdotes eran figuras públicas, los miembros más respetados de la comunidad. El sumo sacerdote en el antiguo Israel era un intermediario entre el cielo y la tierra y, por tanto, en su vida casi todo tenía que ser completamente puro. Además, el sacerdocio se remonta a la época de Aarón, el primer sumo sacerdote, y a sus hijos que sirvieron junto a él. Era algo hereditario, pasaba de padres a hijos. Uno de los temores acerca de la prostitución era que los hombres querían asegurarse de que sus hijos eran realmente suyos. Tal vez los sacerdotes tenían que evitar a las prostitutas para que el linaje sacerdotal se mantuviese genéticamente puro.

El bestialismo

Si un hombre tiene relación sexual con un animal, morirán él y el animal. Y si una mujer la tiene con un animal, los dos morirán también. Son responsables de su propia muerte. Levítico 20:15-16.

De entre las curiosidades de la Biblia, ésta es una de las más sorprendentes. Porque… ¿acaso era el bestialismo tan común en la antigüedad como para incluir una norma al respecto? Lo cierto es que no era una práctica frecuente, pero había una ley que lo prohibía. Hay otro compendio legislativo antiguo que incluye muchas normas contra el sexo con animales. Se trata del código hitita, que contiene un amplio pasaje que cita con qué animales se prohíbe el sexo y los terribles castigos que se aplicarán al transgresor. Los demás códigos no mencionan el tema.

Entonces, ¿por qué vieron necesario especificarlo los israelitas? Seguramente debido a que el bestialismo es algo real. Sabemos que ocurre, pero no es algo que se considere tolerable, marca el límite entre la que es una práctica sexual aceptable y la que no, y para los israelitas el bestialismo quedó afuera de los límites de la decencia. Lo llamativo es que, en otros lugares del mundo antiguo, se veía de forma diferente.

¿Hay algún motivo más para que la norma fuera redactada? La tuberculosis, la gripe, la viruela, todos esos males provenían de los animales domésticos que vivían muy cerca de los humanos. Las enfermedades con mayor incidencia en pueblos nómadas como el israelita eran patologías que tenían lo que llamamos un reservorio animal, es decir, que aunque los humanos no la padeciesen, los animales podían transmitirla. Y si no hablamos de enfermedades cuyo contagio principal no es de humano a humano como, por ejemplo, el tifus o la triquinosis, entonces hablamos de patologías que los humanos contraen de los animales con los que conviven.

Queda otra opción, que esta norma bíblica, como muchas otras, se redactara para enfatizar la diferencia entre los israelitas y otros pueblos antiguos que sí practicaban el bestialismo. Mediante esta ley los israelitas se diferencian de las prácticas de otros pueblos vecinos.

El incesto

 La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre. Levítico 18:8.

¿A qué se referían los redactores de la Biblia con la frase “descubrir la desnudez”? El acto sexual se describe de varias formas en la Biblia. Como “conocer a alguien” o “yacer a los pies de alguien”. “Descubrir la desnudez de alguien” es una de las formas que los escritores bíblicos emplearon para referirse al acto sexual. Así que la norma hace referencia al sexo con la madrastra, lo que por entonces se consideraba incesto. Un tabú tan universal hace 3000 años como hoy. Hay claros motivos biológicos por los que la mayoría de los humanos rechazan el sexo con sus parientes. Si te reproduces con un paciente, hay bastantes riesgos de taras congénitas. Pero, ¿qué problema hay con alguien con quien no hay parentesco alguno, como tu madrastra? Biológico no puede ser.

Probablemente intenta construir una idea de familia en la que se respeten las relaciones. Recordemos que en la antigua sociedad israelita la esposa de un hombre se consideraba de su propiedad, así que, acostarse con la esposa de tu padre no era sólo descortés, era un robo. Como propiedad, la mujer estaba vetada para cualquier hombre que no fuera su marido, una norma más difícil de respetar por lo reducido de las viviendas. Los antiguos granjeros vivían con sus amplias familias en grandes tiendas, así que dormían unos junto a otros. En una familia habría un marido, y una esposa, puede que una segunda esposa, algunas concubinas, los hijos y las hijas del matrimonio, las esposas de los hijos… Así que podría haber dos, tres o cuatro generaciones del mismo linaje viviendo juntas en el mismo hogar. La regla sobre el incesto debe entenderse en ese contexto.

Pero incluso una comunidad tan estricta hacía alguna excepción. Hay curiosidades de la Biblia que, aunque no contradicen algunas de las normas sobre el incesto, parecen interpretarlo de otro modo. Uno es el de la ley del levirato, que dice que si un hombre muere sin descendencia, su hermano debe casarse con su viuda. Esto era algo habitual entre las sociedades antiguas, y se veía como una necesidad absoluta en épocas cuando la enfermedad y la violencia dejaban a muchas mujeres viudas.

Estas reglas bíblicas sobre la sexualidad a menudo parecen contradecirse entre sí. A veces el sexo es bueno y otras tabú. Así que, ¿qué es lo que de verdad defiende la Biblia? Tras la lectura de determinados textos bíblicos ha surgido una actitud bastante neurótica respecto al sexo. La gente tiene la noción de que el sexo es malo, sucio… Pero lo curioso es que hay otros pasajes en la Biblia que dicen que el sexo es un regalo. Entre esos dos extremos hay una actitud sana y juiciosa respecto al sexo, y eso es lo que debemos buscar en la Biblia.

Curiosidades de la Biblia: La estética

No rapen en redondo su cabeza ni corten los bordes de su barba. Levítico 19:27.

Esta norma del siglo V que entra dentro de las curiosidades de la Biblia no es solo un consejo de belleza. Algunos consideran que la prohibición de recortarse la barba o el pelo tiene algo que ver con las costumbres de los duelos entre los cananeos. Se sabe que los cananeos se afeitaban la barba después de una muerte, se cortaban hasta sangrar. Tal vez esta norma sea un intento supersticioso de separar a los israelitas de esa práctica. O quizás sea otro modo de identificación tribal. Así, los egipcios llevaban una perilla característica, Alejandro Magno ordenó afeitarse a sus soldados griegos y los romanos cambiaban de estilo cada pocos años. Tradicionalmente, los romanos llevaron barba hasta la época de Aníbal. Escipión el Africano, que luchó contra Aníbal, impuso una nueva moda afeitándose la barba. El pueblo adoptó el estilo de Escipión y, durante 350 años, era habitual que los romanos se afeitasen la barba y llevasen el pelo corto con flequillos.

Curiosidades de la Biblia: El vicio

Una de las curiosidades de la Biblia que más llama la atención de la gente es la relacionada con el vicio. En este texto podemos encontrar referencias a cómo comcían, bebían y se drogaban hace ya unos cuantos siglos.

Beber sangre

Atentos a este fragmento de la Biblia en el que se hace referencia a… ¿los vampiros?

Si un hombre de Israel o de los forasteros que viven en medio de ustedes come cualquier clase de sangre, aborreceré a esta persona que come sangre y la exterminaré. Levítico 17:10.

Esta práctica resulta inconcebible para el lector moderno e incluso parece sacada de un manual sobre los vampiros. Pero, ¿por qué aparece en la Biblia? La sangre evoca tanto la violencia como la vitalidad, es algo poderoso y mágico en el mundo antiguo. Hoy consideramos beber sangre algo propio de la literatura fantástica, pero hace 2.000 años se creía que la sangre era algo sobrenatural y pocas comunidades se atrevían a beberla.

En el primer siglo de nuestra era, un historiador romano llamado Plinio documentó una práctica vampírica particularmente espantosa. Vio que algunas personas salían corriendo después de un combate entre gladiadores y bebían la sangre aún caliente del que había sido derrotado porque creían que curaba la epilepsia. En el mundo antiguo muchas cosas resultaban inexplicables, entre otras el hecho de que una enfermedad afectara a algunas personas y a otras no. En definitiva, la gente era muy supersticiosa. Los remedios caseros se popularizaban rápidamente y las creencias médicas eran muy comunes. Una muy habitual eran las sangrías. Un curandero realizaba una incisión en la piel y dejaba que la sangre gotease lentamente. Cuando alguien estaba enfermo había un desequilibrio entre los diferentes elementos del cuerpo y, si consideraban que tenía demasiada sangre, dejaban que perdiese una pequeña cantidad. Se hacían también sangrías con sanguijuelas, una criatura que chupaba la sangre cuando se aplicaba en zonas especialmente sensibles, como los ojos, las encías o incluso los genitales.

En la Europa del siglo XIX, los médicos recetaron tantas sangrías con sanguijuelas que éstas llegaron a estar en peligro de extinción. El uso descontrolado de la sangre con fines médicos podría revelar por qué se escribió esta norma, pero eso no explica por qué a los primeros autores bíblicos les parecía tan cuestionable beber sangre. Podríamos encontrar una clave de este misterio en una antigua creencia israelita sobre lo que la sangre representa. Dado que no conocían la hemoglobina, su interacción con la sangre era más elemental y primitiva. Reverenciaban la sangre porque consideraban que era la fuerza vital que fluye a través del cuerpo. Ésa podría ser una de las razones por las cuales estaba prohibido beber sangre, ya que les parecía que era profanar algo sagrado y santo.

Incluso hoy en día, los judíos religiosos drenan ritualmente la sangre de la carne para asegurarse de no consumir ni una sola gota. Si vas a comer carne hay que drenar la sangre porque Dios lo dice una y otra vez: la vida está en la sangre. Un carnicero cashrut mata al animal con un cuchillo afilado, extrae las venas y arterias y por último la carne se sumerge en sal para eliminar cualquier resto de sangre. Es una forma muy laboriosa de seguir esta norma, pero para los judíos religiosos el líquido que consumen tiene un gran significado.

Sobre esta cuestión, también hay una referencia muy conocida en el Nuevo Testamento.

Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Beban todos de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados». Mateo 26:27-28.

Para los cristianos, este pasaje escrito en el Evangelio de San Mateo en el primer siglo de nuestra era todavía es una de las normas más importantes de la Biblia, el pilar de su religión. ¿Cómo hemos de entender este misterioso mandamiento de Jesús? ¿Les dice literalmente que consuman su sangre? Durante los últimos 500 años, desde que los protestantes se separaron de los católicos, se han producido enconados debates sobre el significado de esta norma. Las diferentes confesiones de la Iglesia ven la eucaristía de diferentes formas. Para los protestantes es una representación, una manera de comprometerse con Cristo. Los católicos creen que en la eucaristía se produce una transustanciación, es decir, que la sustancia, la esencia de lo que antes era el pan y el vino deja de serlo, pasa a ser el cuerpo y la sangre de Cristo. No es algo simbólico, básicamente dejan de ser pan y vino y pasan a ser el cuerpo y la sangre de Cristo que se comparte durante la comunión.

Pero además de ser una pauta religiosa, este fragmento de la Biblia nos remonta a una época muy anterior al cristianismo en la que el hombre creía que Dios podía ser consumido. Puede parecernos sorprendente, pero, en la antigua Grecia, los adoradores de Dionisio, el dios del vino, creían estar bebiendo algo divino. Cuando practicaban el ritual dionisíaco y bebían vino, se bebían a su propio dios, sentían que la divinidad estaba dentro del líquido. Los griegos no eran los únicos. De hecho, durante miles de años los pueblos de la antigüedad ingerían ritualmente sustancias alucinógenas y creían estar poseídos por el espíritu de Dios. Ciertas plantas, como algunos hongos y cactus, tienen propiedades alucinógenas naturales, y una vez descubiertas arraigaron en tradiciones religiosas o místicas por todo el mundo. De Norteamérica y Sudamérica están el peyote, los hongos que contienen psilocibina, la ayahuasca, muchos brebajes diferentes que son potentes alucinógenos y que provocan experiencias que duran 3 ó 4 días. Los antiguos atribuían lo que lo ocurre a la mente bajo los efectos de las drogas a una única cosa: Dios.

Las bebidas fuertes

Den bebida fuerte al que va a perecer y vino al que está sumido en la amargura. Proverbios 31:6.

Nadie sabe cuándo se escribió esta norma, pero hay quien la atribuye al rey Salomón, un rey israelita que vivió en el siglo IX a.C. y era famoso por su sabiduría. Ahora bien, ¿a qué sustancia se refería exactamente cuando escribió las palabras “bebida fuerte”?. Nadie puede afirmar rotundamente de qué bebida fermentada se trataba, si bien en la Biblia se utiliza normalmente en relación al vino, así que probablemente sea algún producto derivado del mismo. Lo que se sabe con certeza es que era una bebida alcohólica, pero no sus ingredientes. El caso es que, dentro de las curiosidades de la Biblia, llama la atención que se recomiende dársela a una persona enferma.

El alcohol ha jugado un papel realmente crucial en la cultura y en la biología humana, siendo una bebida tan importante que se menciona cientos de veces en la Biblia. Incluso en el relato de las bodas de Caná, Jesús realizó su primer milagro cuando los novios se quedaron sin alcohol. Se acercó a uno de los criados y le dijo que rellenara seis grandes tinajas con 100 litros de agua, convirtiéndoal en vino. De esta manera, la boda pudo continuar. Tampoco hay que olvidar que, antes de existir los sistemas de alcantarillado, en el mudo antiguo el agua era una sustancia mortal. Las bebidas fermentadas alcohólicas mataban las bacterias y eran mucho más seguras. Hubo una época en la que el único líquido que se podía beber con seguridad era el alcohol, de tal modo que hasta se desayunaba con cerveza.

Curiosidades de la Biblia

Curiosidades de la Biblia: Vicios

Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la mejor opción para una persona era beber alcohol y no probar el agua, y eso podría explicar la norma bíblica. Pero el alcohol no sólo se consideraba más seguro que el agua, era la cura para muchas enfermedades. Podemos considerar a las bebidas alcohólicas como la primera medicina de la humanidad. Si se tomaba una bebida fermentada se podía vivir más y superar la esperanza de vida de 20 ó 25 años. Además, para algunas personas el poder curativo del alcohol sólo podía significar una cosa: era una bebida divina, se bebían a su propio Dios.

Sigamos con otras curiosidades de la Biblia relacionadas con las bebidas fuertes.

Harás la libación de vino puro, delante de Yavé en el lugar santo: un cuarto de sextario por cada cordero. Números 28:7.

Dicho de otro modo, cuando estés en el templo, dale también un trago a Dios. Esta norma fue escrita en el antiguo Israel hacia el siglo V a.C., una época en la que todo el ritual giraba en torno a un edificio, el templo sagrado de Jerusalén. Cuando se construyó el templo de Jerusalén, se convirtió en el santuario central. Cada mañana un sacerdote vertía un litro de vino sobre el altar como parte del sacrificio diario. Sin embargo, ¿cuál es la importancia de dar de beber a Dios? En el mundo antiguo, una de las formas de aplacar, apaciguar u honrar a los dioses era la libación, que consiste en derramar vino.

La comunicación con la divinidad podría ser uno de los motivos de esta norma israelita, pero también podría arrojar luz sobre algo más básico. El antiguo Israel era una tierra de viñedos, y el negocio del vino era una parte crucial de la economía israelita, esencial para su supervivencia como pueblo. Los antiguos Israelitas eran exportadores de vino, ya que las uvas no crecen en Egipto y, según las imágenes descubiertas y los restos arqueológicos, en los tiempos de la Biblia se enviaban tinajas de vino de Israel a Egipto. El comercio del vino estaba muy desarrollado. Según la tradición, la colección personal de vinos del rey David era tan grande que tenía una guardia especial para protegerla. Los arqueólogos han encontrado indicios de otra colección enorme que se remonta al 1.700 a.C. Es el caso de una antigua bodega de vinos de un palacio cananeo situado en un lugar llamado Tel Kabri, en el norte de Israel. En uno de sus almacenes había 40 recipientes de unos 50 litros cada uno. 2.000 litros de vino antiguo equivaldrían a unas 3.000 botellas como las actuales.

Para el pueblo israelita su supervivencia dependía en parte del vino, era una sustancia bendita y eso podría explicar por qué se lo ofrecían a Dios. Pero, para entender completamente por qué se servía vino en el templo, debemos abrir la Biblia y profundizar en los capítulos sobre el sacrificio de animales.

Si se ofrece a Yavé un holocausto de aves, presentarán tórtolas o pichones. El sacerdote presentará la víctima en el altar, le retorcerá la cabeza y la quemará sobre el altar; la sangre la exprimirá sobre la pared del altar. Levítico 1:14-15.

La Biblia ordena a un israelita que entregue un ave al sacerdote, quien la llevará al altar, le contará la cabeza y la quemará. Hace casi 3.000 años, cuando esta norma fue escrita, los israelitas recorrían kilómetros para llevar una ofrenda al templo con la que realizar un sacrificio con un objetivo en mente: la expiación de sus pecados. Lo que nos preguntamos, siempre desde los ojos del presente, es cómo es posible que se pudiera otorgar esa expiación con la sangrienta muerte de un animal. Básicamente, los pueblos de la antigüedad creían que Dios quería que los hombres se sacrificasen ellos mismos para apaciguarlo. Esta práctica fue reemplazada en el antiguo Israel por el sacrificio de animales, que debía realizarse con una precisión absoluta. Acudían al templo de Jerusalén con una ofrenda de algún tipo, un toro o una oveja del rebaño, un pájaro o algún otro animal, y era el propio fiel quien mataba a ese animal y lo desmembraba, probablemente le cortaba el cuello, dejaba que se desangrase y luego le cortaba las extremidades. El devoto acababa cubierto de sangre, por lo que era un proceso muy sucio que, no obstante, le servía para expiar sus pecados.

No obstante, ¿por qué esta norma exigía una tórtola o una paloma? Las palomas son las aves más mencionadas en la Biblia probablemente debido a que proceden del Oriente Próximo y debían abundar en los tiempos de la Biblia. Por tanto, ofrecer un ave en sacrificio era una cuestión meramente económica (dicho de otro modo, eran más baratas). Es por ello que, cuanto mayor era el pecado, mayor era el animal que se ofrecía. Respecto al motivo por el que se le ofrecían a Dios ofrendas físicas, conviene recordar que, en el mundo antiguo, la mayoría adoraba a dioses con cualidades físicas y les hacían regalos que desearían recibir ellos mismos. Eso sugiere que se trataba de ofrendas valiosas para ellos, algo que apreciaban y estaban dispuestos a ofrecer a un dios en lugar de disfrutarlo ellos mismos.

El vino como placer

Haces brotar la hierba para el ganado y las plantas que el hombre cultiva, para sacar de la tierra el pan y el vino que alegra el corazón del hombre, para que él haga brillar su rostro con el aceite y el pan reconforte su corazón. Salmos 104:14-15.

Como sabemos, los pueblos antiguos reverenciaban la naturaleza religiosa de las bebidas fuertes, pero también existía una faceta lúdica. Los historiadores no pueden afirmar con exactitud cuándo fue escrita esta norma, pero probablemente se instauró hace unos 2.500 años, una época oscura para los israelitas. El imperio babilónico los había invadido y el reino de Judá había sido hecho prisionero. El pueblo babilónico había conquistado Israel, despojándolo de todo lo que le era familiar. Los babilonios se llevaron al menos a tres reyes de Judá. Sabemos que el cautiverio duró aproximadamente desde el año 586 hasta el 538.

Por primera vez en la historia de Israel la comunidad había sido dividida y vivía en zonas diferentes. Fue un suceso devastador para la vida del pueblo de Dios. Por lo tanto, quizá ese versículo signifique que, en aquellos tiempos difíciles, era correcto utilizar la bebida para reunirse. El alcohol puede anular ciertas inhibiciones, las personas que ingieren una bebida fermentada se abren más las unas a las otras y el resultado es una mayor cohesión social. En otras palabras, nada como el alcohol para unir a las personas.

La embriaguez

Ahora bien, disfrutar del alcohol es una cosa, pero la embriaguez excesiva es otra muy distinta, y la Biblia dice algo al respecto.

No abusen del vino que lleva al libertinaje; más bien, llénense del Espíritu Santo. Carta a los Efesios 5:18.

Este precepto viene a decir que emborracharse es pecado. Esta norma, escrita en Roma en el primer siglo de nuestra era, parece contradecir todas las demás que promueven el consumo de la bebida fuerte. La Biblia no condena el consumo de alcohol, pero sí condena la embriaguez (antes de nada, aclarar que en este caso hablamos del Nuevo Testamento y no del Antiguo Testamento).

En la época a la que nos referimos, el imperio romano comenzó a oponerse a las fiestas dionisiacas de embriaguez y desenfreno, y en el 186 a.C. el gobierno romano impuso límites y castigos a esas celebraciones. Los romanos emitieron un decreto en contra de las bacanales, donde grandes multitudes se reunían en el campo, en las montañas y en zonas en las que no estaban sujetas a ningún control. Los romanos decretaron que no podían reunirse más de cinco personas, e incluso entonces debían obtener un permiso estatal. Incluso en ocasiones tuvo que enviarse al ejército, lo que provocó miles de muertes. Y es que en el mundo antiguo algunas celebraciones religiosas se descontrolaban hasta convertirse en fiestas orgiásticas, y la Biblia se oponía a ellas. Conviente tener en cuenta que el alcohol aumenta tus probabilidades de tener relaciones sexuales porque altera las partes del cerebro que afectan a tus inhibiciones. Aparte de que el sexo fuera un resultado natural del consumo de alcohol, en la mayoría de las culturas antiguas la producción de alcohol se asociaba a las mujeres.

En África, en Oriente Medio o en China, normalmente eran mujeres quienes producían esas bebidas. En el antiguo imperio inca eran las mujeres quienes producían la chicha, una cerveza de maíz. Elegían a las mujeres más hermosas para masticar el maíz con el que hacían chicha y las instalaban en un edificio del palacio donde hacían tejidos y otros productos artesanales, si bien una de sus funciones principales era masticar y escupir el maíz.

Estas complicadas relaciones entre el alcohol y el sexo se pueden encontrar incluso en el primer libro de la Biblia, donde encontramos la primera historia sobre embriaguez. Es la famosa de Noé y sus tres hijos. Noé baja del arca y planta un viñedo. Noé se emborracha y yace desnudo en su tienda. Su hijo menor, Cam, ve a su padre desmayado y desnudo en su tienda y sale a decirles a sus hermanos que su padre está desmayado y desnudo en su tienda. No está claro qué ocurrió exactamente entre padre e hijo. Hay quien sugiere que fue un caso de incesto, pero, según otros, Cam se limitó a avergonzar a Noé. Fuese como fuese, Cam recibió un severo castigo. Según el relato, Noé lo maldijo y condenó a toda su descendencia futura.

Los sacerdotes y el vino

Lo anterior no deja de ser un cuento con moraleja sobre los peligros del vino. El vino hace que suceda algo involuntario, obsceno y destructivo. Si el vino era una sustancia poderosa tenía que ser utilizada con cuidado, y la Biblia sugiere que ciertas personas nunca deberían beber.

Ningún sacerdote tomará vino antes de entrar al patio interior. Ezequiel 44:21.

Este precepto significa que los sacerdotes han de abstenerse de beber durante el desempeño de sus funciones. En el antiguo Israel del siglo V a.C., el vino era una parte esencial del ritual religioso, por lo que parece extraño que los sacerdotes tuviesen que evitarlo. Podríamos encontrar una pista para comprender esta normal en el antiguo concepto de pureza. Debemos aclarar que, cuando usamos el término pureza, no estamos hablando de suciedad. La pureza y la suciedad no son lo mismo. El concepto básico de pureza se refiere a las cosas que nos distancian de Dios, y esa distancia de Dios tiene un sentido ideal. Ningún israelita debía ser más puro que un sacerdote, estaban especialmente investidos de una especie de pureza y una especie de vínculo con lo divino de los que carecía la gente común. Para los sacerdotes renunciar a la bebida era una forma de purificarse. Otra era el baño ritual, pues debían lavarse y cambiarse la ropa para volver a estar puros.

Fuentes: Biblia, History Channel

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